Cuando el azar emparejó al Valencia con el Atalanta en los octavos de final de la Champions League, muchos aficionados respiraron aliviados. Un rival sin experiencia en la máxima competición continental y cuyo único gran título se remonta a los años sesenta. La suerte nos ha sonreído, debieron pensar algunos. Pero con el paso de los días, el sosiego inicial ha devenido en un creciente recelo.

Resistir en San Siro, objetivo de un Valencia sin efectivos (leer noticia)