Existe el amor irracional. De hecho, si en una relación sentimental no hay ni que sea una pizca de irracionalidad, algo falla. En este caso lo que nos encontramos en Kíev no es un vínculo carnal, pero sí muy emocional. Nos dicen que el local está en las afueras. Le pasamos la dirección al taxista. No cruzamos ni una palabra en los 25 minutos de trayecto.

REPORTAJE SPORT: Encontramos en Kíev al culé más fanático del mundo (leer noticia)