LA OPINIÓN

¿Por qué Piqué ha acabado con los Periscopes?

Piqué y Jordi Alba, al inicio del Periscope en el avión

Piqué y Jordi Alba, al inicio del Periscope en el avión / sport

Xavier Ortuño

Primero fue la novedad, la sorpresa, todos corrimos a destacar la frescura que aportaba Gerard Piqué poniendo una cámara en vivo, primero dentro de su coche al salir del Camp Nou, luego dentro del autocar del FC Barcelona y finalmente dentro del avión. Ese Periscope ya levantó algunas suspicacias, Mascherano rechazó hablar y Pepe Costa, el protector de los jugadores soltó un “corta ya”. Pero como el balón entraba y al Real Madrid lo mirábamos por el retrovisor, no importaba incluso si una fan enloquecida se le tiraba encima a medio Periscope. Piqué seguía consiguiendo que medio mundo instalara una aplicación en sus móviles para ver vídeos en directo. Incluso se atrevió a hacer un Periscope con Iker Casillas durante la concentración de la selección.

El cambio de planes. El balón dejó de entrar, llegó el clásico, el Barça perdió y después del partido Gerard Piqué no encendió su teléfono móvil pese a que muchos aficionados se lo pedían. En rueda de prensa explicó que ya estaba previsto no realizarlo y que tampoco lo iba a hacer el martes, en referencia al partido de Champions League. “Va a haber un cambio de planes”, dijo el central, pero de momento el único cambio que hemos visto es el de un equipo que ha ido encajando derrotas, perdiendo una ventaja de ensueño en la Liga BBVA y quedando fuera de la Champions League en cuartos de final. El que podría haber pasado a la historia como ‘El triplete del Periscope’, de momento ya solo puede ser doblete. Sería una buena noticia que volvieran los Periscopes, los vídeos en directo de Facebook o lo que demonios tuviera preparado Gerard Piqué para ofrecernos cuando llegaron las derrotas. Señal de que se ha vuelto a ganar (un Periscope desde el autocar del equipo durante la rúa de celebración del doblete podría ser impagable) o de que los jugadores han decidido que también se puede dar la cara de forma fresca y auténtica cuando las cosas van mal.