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Rafa Nadal perdió la maratón de Wimbledon

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Rafa Nadal se retiró muy decepcionado de la pista número 1 de Wimbledon / AFP

Carlos R. Galindo

Carlos R. Galindo

Rafa Nadal fue eliminado este lunes en cuarta ronda de Wimbledon tras caer derrotado en un partido maratoniano no apto para cardiacos frente al luxemburgués Gilles Muller, de 34 años y 26º del mundo por 6-3 6-4 3-6 4-6...¡y15-13! Su rival necesitó cinco bolas de partido para materializar su victoria. Nadal, con su eliminación, perdió la oportunidad de recuperar el número uno mundial en este torneo.

Rafa resucitó de una muerte casi segura para acabar muriendo, finalmente.  Disculpen el símil. Se trata de un guión que hubiera filmado el mismísimo Quentin Tarantino. Pero eso es, justamente, lo que pasa con los héroes del comic. Nunca se rinden.... ¿Rafa postrado?, ¿Rafa entregado?, ¿Rafa en un renuncio?... ¡Ni en sueños! Y eso que este lunes se llevó la peor parte ante Gilles Muller, un tenista que exhibió un juego sólido, incómodo, persistente como una gota malaya… Una roca. Pero, por encima de todo,  frio y de una fortaleza mental a prueba de bomba. Rafa Nadal nunca debió perder ese partido. Por lo menos, no ante el luxemburgués. Tampoco se trata de quitarle méritos al rival, que estuvo excelso, pero entre uno y otros hay un mundo de distancia.

El balear, desplazado a la pista número uno  del All England Club, nunca se sintió cómodo. Falló lo indecible. Estuvo desacertado, desorientado, desubicado… Fue víctima de un ‘lunes loco’. Rozó el poste demasiadas veces. Y acabó disparándose en el pie. Perdió los dos primeros sets por 3-6 y 4-6 y cuando parecía que ya estaba al borde del precipicio, le dio la vuelta a la tortilla para enmendar la plana y acabar ganando las otras dos mangas por 6-3 y 6-4. Parecía que el partido estaba encarrilado. Un espejismo. Nada estaba decidido. Todavía tenía que empezar la maratón de Wimbledon.

Costó sangre, sudor y lágrimas ver en acción al verdadero Rafa. Durante la primera parte del encuentro, deambuló por la pista como una caricatura de sí mismo. Gris, triste, sin chispa... Buscaba respuestas en la grada, donde se perdía su mirada buscando una solución desesperada. Y se enrocaba en su propio enojo. Jugó crispado. Tenso. La acumulación de errores le pasó factura. Algo no encajaba. No era normal. El luxemburgués, de 34 años y 26º del mundo, llegó a Londres con una buena tarjeta de presentación: semifinalista en Queen’s y victoria en Hertogenbosh. Este lunes quiso validar sus credenciales y a fe que lo consiguió. 

La historia interminable

Rafa tuvo que echar mano de la épica para equilibrar un partido que se le puso muy cuesta arriba. Sufrió lo indecible para  acabar perdiendo. El torneo entra en su fase decisiva y, a partir de ahora, los partidos se decidirán por pequeños detalles. 

A la quinta manga, Muller y Rafa llegaron con la munición intacta. Pese al enorme desgaste.  Al luxemburgués hay que agradecerle su fe y su entrega. Y, sobre todo, su increible fortaleza mental. Pese a ir ganando por dos sets a cero; pese a ver como Rafa le remontaba esa holgada diferencia; pese a llegar a una quinta y última manga agónica. Resistió como un campeón. Nadie le gana a terquedad. Se sabe fuerte sobre la hierba. Su saque es eficaz, poderoso... Y este lunes, le entró casi todo. Incluso los golpes imposibles. Se asentó sobre la pista, se hizo fuerte y se lo creyó. Creyó en sí mismo, en su victoria.

El quinto set fue un toma y daca. Un remaque de la historia interminable. Cada cual se aferró a su servicio y de tal guisa le echaron un pulso a la paciencia de aficionados y a una luz cada vez más ténue. Punto a punto, juego a juego... hasta el definitivo 13-15 final. 

Muller se medirá ahora al croata Marin Cilic, de 28 años, sexto del ránking mundial, ganador del US Open en 2014, que disputará sus cuartos cuartos de final consecutivos en Wimbledon.