Una Vuelta de ensueño

El Movistar aspira a hacer un buen papel en La Vuelta

El Movistar aspira a hacer un buen papel en La Vuelta / EFE

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

Todo es incierto este año. Tanto que un día puedes acostarte en el Giro y amanecer en la Vuelta, dos carreras que, obligadas por la pandemia y por unas montañas amenazadas por la nieve, no podían retrasar mucho la disputa, en el 2020 del covid 19, en la temporada que todo se ha complicado, que la ronda italiana y la española se han visto obligadas a compartir una semana de competición. Y, por si fuera poco, la semana que viene en plena disputa de la Vuelta se presentará en París el Tour 2021.

Todo parece una locura, todo gira además entorno a un temor mucho mayor a si nieva, por ejemplo el domingo, en el Tourmalet, que siempre se puede arreglar, no subir o cambiar la ruta por otra montaña. El temor se llama coronavirus; al menos, la Vuelta, ayer, salvó el primer obstáculo.

Se hicieron 500 PCR. Los ciclistas participantes dieron negativo aunque dos auxiliares, uno del Sunweb y otro del Bahréin presentaron la presencia del covid en las pruebas. Y la semana que viene habrá más análisis. Si dos corredores de un mismo equipo dan positivo, entonces la escuadra deberá irse a casa. Por eso, aquí, al igual que sucedió en la ruta del Tour, de Niza a París, o está pasando ahora en la del Giro, de Palermo a Milán, lo importante, más que quien gane, y hay buenos candidatos, será llegar el 8 de noviembre a Madrid.

O en el peor de los casos a sus alrededores si la capital española sigue en la situación epidemiológica actual. Por ahora, la carrera cuenta con el visto bueno del Gobierno (la Secretaria de Estado para el Deporte, Irene Lozano, estará hoy en la salida de Irún) y los protocolos de seguridad sanitaria, con una burbuja más exigente que la del Tour y a años luz de la tibieza del Giro, han sido aprobados por las comunidades por donde pasará la Vuelta.

Ocho llegadas en alto

Será una ronda española con ocho finales en alto, si se incluye  la única contrarreloj que sube al Mirador de Ézaro, en Galicia, y que debe tener cuatro puntos sumamente calientes: el Tourmalet, las dos etapas asturianas con subidas a La Farrapona y el Angliru, y la penúltima jornada con el ascenso a la estación de esquí salmantina de la Covatilla.

¿Y los protagonistas? Pues un cartel de maravilla, con Primoz Roglic, que viene a olvidar la decepción del Tour con su compañero Tom Dumoulin y medio Jumbo de la ronda francesa. Un reparto en el que está Chris Froome, con la incógnita de saber cómo está de forma y el anuncio --habrá que verlo-- de que viene para ayudar a Richard Carapaz, que en la salida guipuzcoana parece el mejor preparado para el reto de conquistar el jersey rojo.

Y, por supuesto, no hay que olvidar al habitual trío del Movistar (Alejandro Valverde, Enric Mas y Marc Soler). «No me conformo con el quinto puesto del Tour, quiero estar como mínimo en el podio», fue ayer el prometedor anuncio de Mas.

Thibaut Pinot llega para olvidar un Tour de pena, el Astana a mostrar a su joven joya rusa (otro más de los chicos rebeldes) Aleksandr Vlasov, el Emirates con un equipo de garra para dejar claro que también saben pelear por la victoria sin Tadej Pogacar. La fiesta de la Vuelta comienza hoy con la subida a Arrate y con el deseo de que ójala se llegue a Madrid.