Roglic muestra todo su poder ante Carapaz

Roglic celebra su victoria en la meta

Roglic celebra su victoria en la meta / PHOTOGOMEZSPORT

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

Primoz Roglic es un ciclista al que no queda más remedio que amar. Es necesario entregarse a su coraje, a su cambio de ritmo y, sobre todo, a su hambre de victoria. Nunca se rinde, nunca se entrega y hasta parece que no tenga alma y solo un bloque de cemento en el cerebro, el que le dice «ataca, ataca» y le repite, tal como reconoce el corredor esloveno tras su victoria en Moncalvillo, más allá de los viñedos de la Rioja, «es bueno recuperar tiempo, pero yo estoy aquí para ganar». Y no quedaduda. Si no gana la Vuelta, costará mucho que se la arrebaten.

Bien que lo sabe el jersey rojo, Richard Carapaz. ¡Qué duelo viven los dos en el último kilómetro de la subida! Parecen dos titanes, parece que ellos dos se disputan la Vuelta y los demás miran para comprobar quién de los dos es el más fuerte. No lo queda otro remedio a Enric Mas, tras haberle preparado los compañeros del Movistar el terreno para un ataque que no llega. Quiere pero no puede el corredor mallorquín, arropado por todos los suyos, principalmente Alejandro Valverde.

Una cumbre inédita 

Quiere porque no puede y porque Moncalvillo, cima inédita en la historia de la carrera, es un tesoro escondido, carretera estrecha donde ni puedes aparcar el coche si desciende un camión de la organización. Sencillamente tienes que esperar a que pase, con paciencia, entre pasos canadienses que la organización ha tapado para que ninguna rueda de bici se atasque y un corredor se dé un leñazo de consideración.

Van atacando, o mejor dicho lo van probando, todos aquellos que no se llaman Roglic Carapaz. «Ha sido un mano a mano precioso», reconoce el líder de la carrera, un Carapaz que cruza la línea de meta en segunda posición, un Carapaz que no solo  no se rinde sino que quiere más y como Roglic, lo que desea, es ganar la Vuelta. Pero solo uno de ellos lo conseguirá. ¿El resto? Cada vez más difícil, a no ser que alguno organiza una revolución en toda regla, a muchos kilómetros de la meta, en alguna de las etapas que todavía están por venir, y son muchos.

Pero qué kilómetro final, qué obsequio para los ojos, qué arte ciclista; sin duda, de lo mejor del año. Ataca Carapaz, contrarresta Roglic, ¿quién es el más fuerte? Hasta parece que esté en juego algo más que demostrar que uno saldrá vencedor y el otro vencido. Porque, de hecho, lo que quieren dejar claro es quién de ellos es el corredor más espectacular. Y allí es donde vence Roglic, porque su último cambio de ritmo pone la piel de gallina, para dejar claro que ha valido la pena esperar paciente el descenso del camión por Moncalvillo para vivir su victoria en directo.

Y hasta parece que esto no haya hecho más que empezar, en un monte riojano, menos frío que las montañas de días pasados, y que merece que regrese la Vuelta y hasta debería hacerlo el Tour si la Rioja y sus vinos no estuvieran tan lejos de Francia.

En un ciclismo que vive más allá de las banderas y de los nombres de los ciclistas, de los equipos y hasta de si siempre falta o falla algún protagonista (hoy, abandono de Tom Dumoulin), Roglic Carapaz siempre se hacen amar, porque son ofensivos, porque nunca se entregan y porque uno, Roglic, hasta estuvo a punto de ganar el Tour después de hacerlo en la Vuelta, y el otro, Carapaz, porque ya sabe lo que es saborear la victoria en el Giro, el año pasado, cuando corría en un conjunto

Movistar que nunca debió dejarlo escapar. Pero poderoso es don dinero y, sobre todo, si son las libras esterlinas que manejan los británicos del Ineos. Roglic Carapaz hasta provocarán que la espera hasta el fin de semana, la cita con las cumbres asturianas, se haga demasiado larga y hasta provoque nerviosismo, porque si repiten un duelo así, el sábado en La Farrapona y, sobre todo, el domingo en el Angliru, esta Vuelta será espectacular.