La Volta de Sagan

El tricampeón del mundo suma en Mataró la victoria 115 de su carrera

El corredor eslovaco se impone al esprint con un control absoluto de la situación

Sagan celebra su triunfo en la sexta etapa de la Volta

Sagan celebra su triunfo en la sexta etapa de la Volta / EFE

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

Mataró siempre debería recordar que un 27 de marzo de 2021 todo un tricampeón del mundo de ciclismo llamado Peter Sagan ganó una etapa de la Volta número 100 tras un maravilloso esprint de fuerza. No se podía ir de Catalunya sin dejarse ver. No podía renunciar a debutar en la ronda catalana, porque él es Sagan, al que en otra época llamaron Tourminator, porque hubo años en los que no se ponía el sol tras su rueda cuando se anunciaba una llegada masiva y porque, además, como pocos velocistas supera cualquier tachuela de montaña sin aparente dificultad.

Fue un tremendo privilegio para la Volta la victoria de Sagan; calculada, efectiva, conocedor de sus sensaciones, hábil a la hora de ordenar el trabajo de los compañeros del Bora; meticuloso en su oficio, aunque a veces, erróneamente, dé la sensación de que es un loco de la bici, como si el esfuerzo y el entrenamiento duro no fueran con él. Vende una imagen desenfadada, pero sirve para convertirlo en uno de los mejores hombres anuncios del pelotón mundial, capaz de vender en la pantalla desde un champú para el pelo a un extractor para la cocina. Y convencer a propios y extraños para que apuesten por la marca de bicis que patrocina. 

Por algo, sin que nunca y menos a los 31 años, aspire a ganar algún día el Tour, Sagan es el ciclista mejor pagado del pelotón, más allá de las estrellas que aparecerán a finales de junio en las quinielas para llegar de amarillo a París. Y porque tiene ojo mágico para leer las etapas. Llegó a la Volta y quiso probarse el primer día, pero el ritmo tremendo que impuso el Movistar en el Montseny lo asfixió para llegar a Calella descolgado. Afrontó la contrarreloj de Banyoles como si fuera un día de entrenamiento con dorsal. Superó las dos jornadas en los Pirineos en la clandestinidad del pelotón, tranquilo y desgastando solo lo justo, y supo que a Manresa, el viernes, llegaría una escapada.

¡Ah! Pero Mataró era otra cosa. Era su terreno, la ocasión para probarse. Solo hacía falta que sus gregarios controlasen la fuga y evitase cualquier acción desesperada en el Alt del Collet. Los auxiliares que fueron por delante, en el coche, ya le habían comunicado que la subida a 14 kilómetros de la meta no era gran cosa. Sin problema para un Sagan cansado de ganar etapas en el Tour, clásicas como el Tour de Flandes o la París-Roubaix y tres veces, sí tres veces como Óscar Freire, campeón del mundo de ciclismo.

Victoria post-COVID

Y no falló para apuntarse en la Volta el primer triunfo de un año que había empezado horrible para Sagan. Después de Navidad se sentía extrañamente cansado. “No tenía fiebre”, explicó ayer en Mataró tras su victoria. Pero un día notó que había perdido el olfato y que la comida no le sabía a nada. Mal asunto. Casi ni era necesario realizarse una PCR que, evidentemente, dio positivo. Tenía el coronavirus. “Solo deseaba pasarme el día durmiendo en la cama. Me quedé sin fuerzas. Era frustrante, una vez volví a entrenar, no tenía ni energías para escalar. No avanzaba. Perdí toda la forma”.

Se apuntó por aquello del deber obliga a la Tirreno-Adriático, a sufrir para no quedarse descolgado. Pero, mira por dónde, fue entrando en forma hasta el punto de que se animó a participar en la Milán-San Remo donde ocupó una digna cuarta plaza final.

De San Remo viajó a Calella. Y ya lo tenemos aquí, en la Volta, con perfil bajo hasta que se descargó en su ordenador la etapa entre Tarragona y Mataró. Era la suya. “El equipo trabajó de forma fantástica para poder acabar de una vez con dos meses muy complicado”. El covid ya no le ha dejado huella, quizá las ansias por volver a ser el gran Sagan, el que celebró en el Maresme la victoria 115 de su carrera profesional para recibir nada más cruzar la línea de llegada la felicitación de otro antiguo campeón del mundo, de un tipo que lo supera en victorias, nada menos que 130, y que se llama Alejandro Valverde.

Subió al podio, como ha hecho tantas veces, y como ya están acostumbrados todos tuvo que imaginarse que un gentío lo aplaudía, como cuando recibía en el Tour la felicitación de decenas y decenas de eslovacos llegados en autobús desde su país para celebrar las victorias de su compatriota más famoso. Ahora, todo es más frío, incluso para Sagan que hoy tras terminar la Volta emprenderá el regreso a Mónaco, donde vive, para ponerse ya el chip de clásica pendiente de si se aplaza a otoño la París-Roubaix por culpa de la pandemia.