La generación del 98 toma el mando de la Volta

El portugués Almeida y el estadounidense McNulty, ambos de 22 años, se sitúan al frente de la general.

Rohan Dennis gana la contrarreloj de Banyoles y su equipo, el Ineos, coloca a sus líderes, excepto Carapaz, en los puestos de honor.

Almeida, uno de los favoritos en la contrarreloj de la Volta

Almeida, uno de los favoritos en la contrarreloj de la Volta / AFP

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

Tiene pinta de atleta. Suda la gota gorda sobre el rodillo, la herramienta que convierte en estática a la bici de contrarreloj. A su lado está Joxean Fernández, al que todos lo conocen como Matxin. Es su director, al igual que de Tadej Pogacar. Y como Pogacar, como Joâo Almeida, el nuevo líder de la Volta, Brandon McNulty es otro más nacido en ese año mágico de 1998, con el fin de siglo pero con la juventud suficiente para marcar entre todos una época dorada en el ciclismo.

McNulty es ahora el segundo de la ronda catalana empatado a tiempos. Lo mira Matxin y da su palabra: “Va a ser casi tan bueno como Pogacar”. Y a Tadej lo conoce tan bien que lo dirigió en su primera victoria en el Tour y en la tercera plaza de la Vuelta, lograda en 2019, cuando sorprendió al universo ciclista un niño que empezaba a convertirse en figura.

Pedalea tan fuerte con el rodillo que casi parece que vayan a saltar chispas de la rueda de McNulty. “¿Puede ganar la Volta?”, se le pregunta a Matxin. “Puede ganar lo que le dé la gana. Doy mi palabra”, responde el técnico vasco sin cortarse, pero sabedor que cuando lanza una apuesta es ganadora como quien tira los dados sabiendo que los lleva marcados.

Cuando Armstrong era su ídolo                                                          

McNulty es de Arizona, el chaval que se hizo ciclista sabiendo que quien debía ser su ídolo, el que le hizo llevar un brazalete amarillo en la muñeca, había ganado siete veces el Tour haciendo trampas. Lo confesó Lance Armstrong en 2013 ante Oprah Winfrey, la misma periodista que hace unos días entrevistó a Meghan y Harry para hacer tambalear a la corona británica más fuerte que cualquier escena morbosa de The Crown.

Y ahora se ha subido al carro de la Generación del 98 que ha venido para ganar divirtiéndose y para que cualquier rival algo mayor se sienta viejo y se cuestione su futuro en este deporte.

McNulty baja la intensidad del entrenamiento. Sube al autobús, al refugio del equipo de Emirates, y busca unos minutos más tarde el camino hacia la rampa de lanzamiento, en el corazón de Banyoles. Lo esperan 18 kilómetros con la imagen lejana del estanque, que él a casi 50 kilómetros por hora y con la cabeza agachada cerca del manillar no tendrá tiempo de mirar. Eso se lo deja para los cicloturistas, para los que buscan un paseo romántico junto al lago.

Termina cuarto de la etapa a un solo segundo de Almeida, quien ya se presentó en el Giro con tanta fuerza que hasta se vistió de rosa y se propuso ganar la carrera hasta que llegaron los Dolomitas. Y Almeida es el primero entre los que no solo disputan más allá que para ganar la etapa como Rohan Dennis, primero, y su compañero de equipo Rémy Cavagna, segundo.

El poderío del Ineos

Es el Almeida que se viste de líder en una carrera después de su exhibición en el Giro, en su mayoría de edad ciclista, con su fortaleza, para tratar de tumbar a un Ineos que sitúa en tiempos de disputar la general a Richie Porte, Adam Yates y Geraint Thomas. Oposición voraz y terrible, incluso para dos chavales que no tienen miedo, dos jóvenes corredores que se descubrieron en Italia.

Hace un par de años McNulty ganó en el Etna, en el Giro de Sicilia, y Eusebio Unzué trató de ficharlo para un Movistar que ayer no encontró el ritmo de pedalada en la contrarreloj con los tres líderes algo distanciados de la pareja de 1998: Marc Soler, a 39 segundos; Alejandro Valverde, a 46, y Enric Mas a 51, solo un segundo mejor que Richard Carapaz, a quien se le podía dar como el ciclista más fuerte entre un Ineos irresistible.

El ciclismo está en fase de transformación generacional. La lástima es que si se salva a Mikel Landa, ausente de la Volta, después de acabar tercero en la Tirreno-Adriático y antes de afrontar la Vuelta al País Vasco, ni por arriba ni por abajo asoman corredores españoles. Ni en la Volta, ni en ninguna parte, ahora que Valverde ha decidido abdicar en el trono de las victorias y convertirse en el líder emérito del Movistar.

Pero a Valverde no se le puede pedir nada, si acaso colocarle una alfombra por donde rueda su bici y disfrutar de él, como una leyenda viva, como historia de esta Volta que ha llegado a 100 ediciones, tres de las cuales ganadas por él.