La Historia del Barça

Ventolrà: Una historia deportiva... y de amor

No regresó de la gira salvadora de 1937 por México y Estados Unidos. Se casó con la nieta del presidente mexicano y allí echó raíces

Martí Ventolrà, en una fotografía de archivo

Martí Ventolrà, en una fotografía de archivo / sport

David Salinas

David Salinas

Martí Ventolrà Fort fue un jugador muy carismático. Dotado de unas excelentes condiciones físicas, una velocidad diabólica y un toque de balón excepcional, era una de las grandes figuras del FC Barcelona en la década de los treinta. Nació en Barcelona el 16 de diciembre de 1906 (en la calle Valencia), hijo de Josep y Montserrat, pero el curso de su vida lo llevó hasta México, donde echó raíces. La suya es una historia deportiva... y de amor.

Empezó a jugar al fútbol a los 14 años. Fortpienc y Catalunya (de Les Corts) fueron sus primeros equipos. El Europa, club de gran peso específico en aquella época, vio en él un futbolista fuera de serie. Pero era menor de edad y no obtuvo la autorización paterna para firmar por el equipo europeo. Fue entonces cuando apareció el RCD Espanyol en escena. Aprovechando que el presidente del Catalunya era también directivo blanquiazul, ofreció al jugador y lo ficharon.

Su padre, que con la firma obtuvo trabajo como funcionario público gracias a la influencia del presidente españolista, Oliveras de la Riva, sí vio con buenos ojos la operación. En la primavera de 1925 Ventolrà debutaba con su nuevo equipo, donde jugó hasta la temporada 1929-30. Como blanquiazul ganó la Copa de 1929, la conocida como final del agua, contra el Real Madrid.

Ventolrà era un jugador del que todo el mundo hablaba. Destacaba por sus centros milimétricos desde el extremo derecho, los goles y el pañuelo que lucía en la frente para no dañarse la frente con las costuras del balón cuando remataba de cabeza, otra de sus especialidades. También se distinguió siempre por su gran deportividad.

Después jugó tres años en el Sevilla. Fue un capricho del presidente de la entidad andaluza, que se enamoró de su juego. El presidente, el Barón de Gracia Real, pagó 75.000 pesetas para llevarse a Padrón y a Ventolrà. Y en Sevilla, como no podía ser de otra forma, firmó actuaciones memorables. Pero volvió a casa, rescatado por el FC Barcelona. En Andalucía hacía “un calor asfixiante” y terminaba los entrenamientos “con pronóstico reservado”, confesó por carta a su amigo Ricardo Saprissa, del Espanyol.

En Les Corts jugó hasta el estallido de la guerra. En esta etapa ganó dos Campeonatos de Catalunya (1934-35 y 1935-36) y jugó 58 partidos de Liga (31 goles). El más destacado fue el que jugó el 21 de abril de 1935 contra el Real Madrid (5-0). Ventolrà, en una tarde pletórica, para el recuerdo, marcó cuatro goles. Todavía sigue siendo el único jugador del FC Barcelona con esta marca en un clásico.

La carrera de Ventolrà, como la de muchos otros jugadores del FC Barcelona, dio un giro con el estallido de la guerra. El equipo, con graves problemas económicos, hizo una gira por México y Estados Unidos con el objetivo de recaudar fondos para la maltrecha y herida de muerte economía barcelonista. La oferta era tentadora: 15.000 dólares. Irrechazable. El equipo catalán puso rumbo a América el 17 de mayo de 1937 y no regresó hasta el mes de octubre. Pero Ventolrà no hizo el viaje de vuelta. En el puerto de Veracruz, ya en el barco, su hijo Martín recordaba para SPORT como sucedieron los hechos:

-A punto de zarpar, apareció Baltasar Junco, uno de los propietarios del Club España, y Agustín 'Escopeta' González (un periodista radiofónico que narraba los partidos a una velocidad endiablada) y la conversación fue más o menos así:

-Martín, ¿te quedas en México? ¡Te ofrecemos un contrato! -gritó Junco.

-¡Si me bajáis las maletas, me quedo! -respondió mi padre.

Dicho y hecho. Ventolrà no volvería con la expedición barcelonista. Tampoco lo haría Munlloch, ni Iborra, ni Bardina, ni Urquiaga, ni Fernando García, ni Gual... El Barça no solo perdía un gran jugador, se desintegraba. Ventolrà no pisaría Barcelona hasta el año 1955.

Durante la gira del FC Barcelona, en una recepción del presidente de la República, Lázaro Cárdenas, conoció a Josefina Rangel Cárdenas, nieta del presidente mexicano. El flechazo fue instantáneo. Se casaron en 1939 y tuvieron cuatro hijos: Martín, Pepe, Guadalupe y Jorge. Los dos primeros jugaron en el Toluca y Pepe llegó a jugar el Mundial de México'70, precisamente celebrado en tierras aztecas. Jorge jugó en el Oaxtepec y después se pasó al banquillo. También el hermano de Martí, Josep, que actualmente vive en Barcelona, fue jugador del Barça. También pasó por el Sabadell y Tenerife.

Martí jugó dos años en el Club España y de 1939 a 1950 defendió los colores del Atlante, que como el FC Barcelona vestía de color azul y grana. Ganó títulos y fue máximo realizador (17 goles en 14 partidos) el año 1945. Siempre fue muy respetado. Por su fútbol y por su humanidad. Recuerda Martín, el hijo grande, que paseaba por la calle y la gente le decía: “¡Adiós, Maestro, que tenga usted un buen día! A mí, esas palabras me llenaban de satisfacción”.

Ventolrà jugó hasta los 44 años. En total, tres décadas en activo. Uno de los futbolistas que más años ha estado al pie del cañón. Fue 12 veces internacional por España, jugó el Mundial de 1934 y fue protagonista de una película (Los nietos de Don Venancio, 1946), un homenaje a sus 25 años de futbolista profesional. Se nacionalizó mexicano en 1947.

Colgó las botas y empezó a trabajar en la Secretaría de Comunicación y Transporte, dependiente del Gobierno, pero nunca quedó desvinculado del mundo del fútbol. Fue cazador de talentos y entrenador del Covadonga, un equipo de la Liga española de México donde se iniciaron sus hijos. Después dio el salto a los banquillos profesionales: Puebla (un año) y La Laguna (ahora Santos) de Torreón.

Ventolrà volvió a Barcelona el año 1955. Su padre estaba enfermo y lo fue a ver. Inevitablemente, durante su estancia en la Ciudad Condal tuvo contacto con el FC Barcelona, que le ofreció las riendas del equipo sin persárselo. Por aquel entonces el Barça tenía problemas y la directiva pensó que el Maestro era la solución. Pero por aquel entonces el recordardo Ventolrà era más mexicano que catalán. No podía quedarse. Regresó a su segunda patria, cerca de su familia. Una familia que aumentó dado que, cuando se encontraba en Barcelona, nació su cuarto hijo, Jorge.

Ventolrà nunca dejó de sentirse barcelonista. Ni catalán. Su hijo Martín recuerda todavía una canción (Tres Triques) que su padre le cantaba de pequeño y algunas palabras que le enseñó y no olvida. Ventolrà murió a los 70 años en México DF, en la Colonia Portales, donde residía, el 5 de junio de 1977, justamente el día del cumpleaños de su nieto, de nombre Martín, como el abuelo...