¿Por qué no hay que comer sopa de aleta de tiburón?

¿Por qué no hay que comer sopa de aleta de tiburón?

¿Por qué no hay que comer sopa de aleta de tiburón?

La sopa de aleta de tiburón es uno de los peores platos que pueden pedirse en un restaurante. Millares de estos animales mueren en una lenta agonía en el mar después de habérseles cortado la aleta únicamente para preparar esta receta. Son especies que están en peligro de extinción y, además, suelen absorber grandes cantidades de metales tóxicos, que se transmiten al ser humano y perjudican su salud.

La yúchì tāng o sopa de aleta de tiburón es considerado el manjar de los manjares en la cultura china. A su consumo se le asocian supuestos beneficios para la piel, el cuerpo y también se considera un gran baluarte contra el envejecimiento o un estupendo afrodisíaco.

Fuera del plano medicinal también es un plato representativo de la tradición, la bonanza económica y la aristocracia. Incluso puede interpretarse como una muestra de respeto de los anfitriones a sus invitados en cualquier celebración, por ejemplo, una reunión o una boda. Durante los festejos por el Nuevo Año Chino su consumo se dispara ya que se cree que atraerá a la buena suerte y la felicidad.

Estas creencias, que se remontan al siglo X de la historia de China, suponen que la sopa de aleta de tiburón siga profundamente arraigada en una sociedad que acepta pagar por ella precios desorbitados aunque, en la práctica, el cartílago de los escualos no aporte ningún tipo de sabor a la receta tradicional, por lo que se debe cocinar con caldo de pollo, ternera o de pescado.

Esta sopa no solo carece de beneficios para la salud sino que, por el contrario, puede suponer un riesgo debido al alto contenido de mercurio que tiene la carne de tiburón. Así lo alertaba un estudio del Departamento de Química y Bioquímica de la Florida International University (FIU) en la que participó la investigadora española Laura García Barcia junto a otro experto, Demian Chapman.

En esta investigación se demostraba, tras analizar 267 muestras de aletas de tiburón de las nueve especies más comunes en los mercados de Hong Kong, que en todas ellas el contenido era entre seis y diez veces superior al límite fijado por el Centro Hongkonés para la Seguridad Alimentaria, que es de 0,5 partes por millón.

El tiburón martillo es el que más mercurio concentra, con 55,52 partes por millón, mientras que la  Agencia de Alimentación y Fármacos (FDA) de Estados Unidos considera peligroso el consumo de pescados y mariscos con más de 0,5 partes por millón de mercurio.

El elevado consumo de mercurio por el ser humano puede acarrear problemas en el sistema nervioso central y, si se ingiere frecuentemente durante el embarazo, existe el riesgo de que el niño o la niña nazca con un desarrollo cognitivo limitado.

Aún así, la investigadora española lamentó que, pese a las amenazas que supone para la salud, el componente cultural de la sopa de aleta de tiburón hace muy difícil su prohibición o, al menos, que se informe debidamente de los riesgos de su ingesta mediante el etiquetado del producto.

En peligro de extinción

La sobrepesca de los tiburones para satisfacer la alta demanda del consumo de las aletas, además de la carne o el aceite de hígado, unido al lento desarrollo de esta especie y su reducido número de crías, ha supuesto que los escualos se enfrenten a un riesgo de extinción realmente preocupante.

La Florida International University calcula que en torno a cien millones de tiburones mueren cada año víctimas de la pesca legal, ilegal o accidental. Además, casi un tercio de las especies que se incluyen en el comercio de aletas de tiburón están en peligro de extinción.

Hay países en los que los pescadores realizan la terrible práctica del shark finning o aleteo del tiburón, que consiste en capturar al animal, cortarle las aletas y devolverlo al mar, donde acaban muriendo poco después tras una lenta agonía.

Esta forma de crueldad animal ha sido condenada por la Unión Europea y ha llevado a algunos restaurantes y estados norteamericanos a prohibir la sopa de aleta de tiburón en un país donde, si bien la pesca de los escualos está prohibida, no lo está su importación. Este vídeo resume algunos de los perjuicios de este popular plato culinario.

Asimismo, el año pasado se registró una Iniciativa Ciudadana Europea encabezada por Alex Cornelissen, CEO de Sea Shepherd Global, para exigir el fin del comercio de aletas de tiburón en la Unión Europea.

Incluso en China se han empezado a imponer algunas limitaciones. El Gobierno ha decidido no incluir ya este plato en sus banquetes oficiales, aunque ello suponga un gesto más testimonial que otra cosa.

En el caso de España, es el segundo país que más tiburones pesca -solo superado por Indonesia- y un importante exportador de aletas, aunque según García lo hace respetando la ley, aprovechando el animal al completo. La carne se vende en España aunque las aletas se exportan a Hong Kong.

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