El calentamiento global golpea al comercio justo

El calentamiento global golpea al comercio justo

El calentamiento global golpea al comercio justo

Producción sostenible. La crisis climática afecta sobre todo a puntos del planeta ya de por sí vulnerables y que a través del comercio justo habían conseguido mejorar sus condiciones de vida. Se trata de un sistema de producción respetuoso con el medio ambiente y con la justicia social, sometido a criterios estrictos.

Plagas de insectos, períodos de sequía cada vez más largos, olas de calor más frecuentes o lluvias más torrenciales están teniendo mayor incidencia en la agricultura, especialmente para los productores de pequeñas explotaciones en las zonas más vulnerables del mundo. Son lugares donde el estrés hídrico o los efectos del cambio climático ya no son advertencias científicas: son la realidad del día a día. De ahí que la última cumbre del comercio justo, celebrada en Lima a finales de 2019, colocara el foco en la lucha contra la emergencia climática como gran desafío para encarar el futuro con garantías.

La solidaridad entre las primeras potencias mundiales y los países en vías de desarrollo, con un pago justo por la materia producida y unas buenas condiciones para los trabajadores, marcaron el nacimiento del comercio justo. La sensibilización ambiental inicial dio paso, décadas después, a una preocupación creciente por el impacto del calentamiento global, ya que el aumento de las temperaturas, o los fenómenos meteorológicos extremos, tienen una especial incidencia en el sector agrícola. En muchos puntos de Colombia, por ejemplo, las plantaciones de café han tenido que desplazarse a zonas más altas y más propicias.

Transformar la economía

En esa cita en Lima participaron más de trescientas personas entre representantes de organizaciones de comercio justo, académicos, activistas o instituciones gubernamentales, entre otros. Todos ellos acudieron en busca de nuevas colaboraciones entre entidades para dar respuesta al reto de transformar la economía global a través del comercio justo, manteniendo relaciones armónicas entre productores, consumidores y el medio ambiente. Es un objetivo nada sencillo, especialmente ahora en plena crisis sanitaria por la expansión del coronavirus.

El café, el cacao, el té o la madera son algunos de los productos más reconocidos dentro de los canales de comercio justo. Para ello necesitan sistemas de certificación que garanticen que se cumplen criterios de igualdad y ambientales, así como la legalidad de la procedencia. En el caso de la madera, hay que demostrar que se da una reducción de emisiones de gases efecto invernadero y que haya una gestión sostenible de los montes, especialmente con la deforestación creciente que se está dando sobre todo en la zona del Amazonia.

Los colectivos ambientalistas abogan por un tipo de comercio que mire hacia lo local, a lo más próximo

Desde Intermon Oxfam recuerdan que sus productos Tierra Madre sirven para recordar «que todo aquello que se come proviene de la tierra y que hay que poner en valor la calidad de las materias primas naturales con la que se elaboran los productos». «Se cultivan de manera natural y tradicional», señalan, y hacen especial hincapié en que están libres de «intermediarios innecesarios, de desigualdad de género, de explotación infantil, que supone un beneficio para las comunidades donde se produce y no genera agresiones a la tierra por lo que es muy respetuosa con el medio ambiente».

Sin medidas de adaptación

«Los países menos desarrollados, de donde vienen los productos de comercio justo, como pueden ser India, Perú, Uganda, Nicaragua o Guatemala, están igual de expuestos que nosotros al cambio climático; la diferencia es que nosotros podemos disponer de más medidas de adaptación y mitigación», explica Paco Juan, responsable del Área Marketing y Ventas de Comercio Justo Oxfam Intermón en la Comunitat Valenciana y Murcia.

Un puesto con información sobre diversos proyectos y actividades sostenibles.«Ante la escasez de agua,  en los países más desarrollados tenemos más medios para conseguir agua limpia. Esto, por ejemplo, no es posible en Guatemala. Allí, el incremento de períodos de sequía motivados por el cambio climático hace que la producción local de alimentos se haya reducido, lo cual ha generado más paro y más hambre», señala Juan. «Esto provoca más emigración hacía los Estados Unidos y más problemas de seguridad», argumenta Juan.

La Organización Mundial del Comercio Justo (WFTO), de hecho, ha aprobado la incorporación de un principio de trabajo bajo el lema ‘Protección del planeta y lucha contra el cambio climático’, con el que combatir la emergencia climática,que se ha convertido en un elemento fundamental de este movimiento. El 86% de los grupos productores con los que trabaja Oxfam cuentan también con certificación de producción ecológica.

«Hemos apoyado a algunas cooperativas para ser más resilientes  y optamos por organizaciones de productores y productoras con explotaciones agrarias de pequeña escala», señala Juan. «Mejoramos los embalajes de los productos y apostamos por materiales 100% reciclables o compostables, así como utilizar únicamente energía 100% procedente de fuentes renovables», apostilla.

Pero el comercio justo no puede circunscribirse a los productos procedentes del otro extremo del planeta. Colectivos ambientalistas abogan por mirar hacia lo local, a lo más próximo. Primero, por calidad alimentaria, pero también porque se reducen los márgenes para evitar que grandes firmas o multinacionales hagan negocio a costa de los pequeños productores. Además, se disminuyen las emisiones por el transporte, el tipo de embalaje y el posterior reparto.

«El incremento de períodos de sequía hace que la producción local se haya reducido, lo que genera más paro»

«Comprar productos de temporada que se cultivan al lado de nuestra casa contribuye a conservar el medio rural y reducir los efectos del cambio climático. Cada vez es más común encontrar naranjas que vienen de grandes plantaciones de Sudáfrica o Brasil, cuando muchos campos valencianos se quedan sin recoger  porque el precio de compra no cubre el coste de recolección», comenta Paco Juan.

Para Greenpeace la forma en la que se consume es la causa y la consecuencia de muchos problemas ambientales que afronta el planeta. Algunos de ellos, no menores, como la deforestación, la invasión plástica, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. De ahí que las pequeñas decisiones diarias cuentan para combatir la emergencia climática.

EN PROFUNDIDAD

«La falta de lluvia es dramática para este tipo de producción»

Entrevista con Juanjo Martínez, presidente de World Fair Trade organization en europa.