¿Por qué no acaba Landa en el podio del Tour?

Landa, seguido de Froome y Aru, en acción durante el Tour

Landa, seguido de Froome y Aru, en acción durante el Tour / afp

Agustí Bernaus

Agustí Bernaus

Sky tiene el mejor equipo del mundo, pero no la mejor dirección técnica. El sábado, por un segundo, el que acabó necesitando Mikel Landa, salió a relucir la rabia que provocan esas carencias que se han puesto en evidencia durante todo el Tour, una carrera que además de disfrutarla, hay que saber interpretarla.

Chris Froome ganará este domingo, por cuarta vez, la prueba más importante del mundo. Sin haberse impuesto en una sola etapa y con la ayuda de todo su equipo. El colombiano Rigoberto Urán tomará el relevo de Nairo Quintana en el podio final, pero desde el segundo puesto, a pesar de que en una de las últimas curvas de la contrarreloj de Marsella impactó contra una valla y aunque no llegó a caer, se dejó unos segundos.

El tercero, el francés Romain Bardet, acaba el Tour mal, desfondado, crispado y temeroso, que es la peor imagen que puede dar un campeón. Se le indigestó el recorrido de la ‘crono’ hasta ceder 2’03 respecto al ganador, Maciej Bodnar. Y salvó el podio ante Mikel Landa por un raquítico segundo. O para ser más exactos, 85 centésimas.

Landa necesitaba conseguir 1’13” sobre Bardet en 22,5 Km. Era casi imposible, pero hubo dos coincidencias, que el alavés apretó los dientes y que Bardet dio zancadas como un avestruz en lugar de pedalear. Tenía tanta tensión encima que pudo ocurrir cualquier cosa. Que Froome le diera alcance, que Landa le echara del podio. Ni una cosa, ni otra.

Probablemente desde el coche - estaba Nicolas Portal - no apretaron al alavés al ‘estilo’ Javier Mínguez o Manuel Saiz, que con el parachoques casi tocaban la rueda trasera del ciclista intimidándole. “No iba buscando ese último segundo. Ha sido mi falta de experiencia”, reconocía el pobre Landa mientras reiteraba que iría a un equipo “donde me quieran como capitán”.

Portal, después de mirar los tiempos reconocía que “ha sido una pena, pero estoy contento por Froome, que no arriesgó para ganar con seguridad”.

Izoard, en la memoria

Alguien se acordó del final de etapa del Izoard, cuando Mikel Landa lanzó un ataque y logró distanciarse del grupo donde se encontraban Froome, Bardet y Rogoberto Urán. El alavés quería, necesitaba, podía, encaramarse al podio. La estrategia era ambiciosa y lógica: Dos Sky en París. Pero no. Poco después Froome cambió de ritmo y atacó llevándose a rueda a sus dos rivales más directos. Cuentan desde la formación británica que el líder buscaba entrar con Landa, pero el caso es que echó al alavés del podio y aquel día perdió 16”.

El campeón británico,en la masiva rueda de prensa que hace cada año antes de coronarse en París, habló de su edad, de su experiencia, de lo que ha mejorado en determinadas facetas “pero tengo que seguir aprendiendo en otras cosas, como la táctica”. Fue una frase de autocrítica, hacia él y hacia su equipo. Lamentó que Landa se quedara a pie de podio por tan estrecho margen y cerró la posibilidad de que este domingo en la última etapa Sky pudiera ejecutar cualquier maniobra: “Damos por terminada la batalla de la general. En París es la batalla de los sprinters”.

El Tour acabará con ese regusto amargo de guión al que le falta algo para ser redondo, de círculo no cerrado. Landa sólo por haber sido el ciclista que más ha hecho para que Froome gane este Tour se merecía otro final.

Si Romain Bardet ha sido el ciclista más ofensivo y el que más veces ha puesto en duda el reinado junto al italiano Fabio Aru, a quien le faltaron condiciones, el colombiano Rigoberto Urán, sin tomar la iniciativa en nada, soldándose a la rueda de Froome, ha terminado como su rival más directo, después de lograr la espectacular victoria de Chambery.

Urán es el nuevo héroe para Colombia mientras Nairo Quintana llega a París destrozado física y moralmente. Al líder de Cannondale le preguntaban dónde había perdido el Tour. Y él con amargura decía: “Lo perdí el primer día, con los 51” de la crono inaugural”.