Pinot inscribe su nombre en el Tourmalet

Jonathan Moreno

Esperábamos que la primera toma de contacto real con la montaña empezara a resolver la complicada ecuación del Tour de Francia. Arrojar algo de luz sobre un mar de incógnitas. Sin embargo, tras la etapa del Tourmalet, empieza a cobrar fuerza una cuestión hasta hace unos días descabellada. ¿Y por qué no Alaphilippe?

Los entendidos de la materia auguraban que el líder de la general no conservaría el amarillo en los Pirineos. Pero, a falta de la etapa de mañana, el 'mosquetero' del Deceuninck no sólo viste el 'maillot jaune', sino que ha ampliado su ventaja al frente de la clasificación. Interpretando la partitura a la perfección, rememorando sus días en el conservatorio, Alaphilippe cedió el triunfo de etapa a su compatriota Thibaut Pinot, tejiendo posibles alianzas. Su batalla estaba más atrás. Y la había ganado. Su principal adversario, Geraint Thomas, sufrió una crisis en los temidos últimos tres kilómetros de ascensión. Al vigente campeón le flaquearon las piernas en el peor momento y se complica revalidar título en París.

Táctica fallida

Se antoja complicado entender la estrategia pergeñada por el Movistar. Los telefónicos dominaron la carrera con mano de hierro en el Soulor, cota entremés del día, y en las primeras pendientes del Tourmalet. Hasta que flaqueó Nairo Quintana. En ese momento echaron toda la labor por tierra. Los esfuerzos de Andrey Amador y Marc Soler fueron en vano. Mikel Landa fue el único que aguantó hasta el final con los favoritos. 

Tampoco tuvo su mejor día Enric Mas. Al palmesano le llegó la debilidad y cae hasta la décima posición de la tabla. Lejos queda ahora el podio de París. Mañana más Pirineos. Otra reválida para un Julian Alaphilippe que empieza a soñar con los Campos Elíseos.