Mikel Landa toca fondo

Mikel Landa, en La Planche des Belles Filles

Mikel Landa, en La Planche des Belles Filles / AFP

Jonathan Moreno

Con los Pirineos en lontananza, Mikel Landa deber hacer un cambio de chip. Resetearse como cuando un ordenador se queda bloqueado con el temido pantallazo azul. Empezar de nuevo. El zuiano estaba teniendo buenas sensaciones, lo demostró en la subida a La Planches de Belles Filles, atacando en las primeras rampas y abriendo hueco.

El trabajo de David Gaudu en favor de Thibaut Pinot echó por tierra el demarraje del alavés. Pero ahí estaba la advertencia. Landa tenía piernas y quería demostrarlo. Como hizo en la última edición del Giro cuando lo tenía todo en contra. El ‘landismo’ resurgió con ataques lejanos, de esos que mantienen en vilo a la afición. Ahora tocará repetir gesta tras el encontronazo con Warren Barguil y la caída que le hizo perder un mundo en meta. Los más de tres minutos de desventaja con Geraint Thomas y Egan Bernal no dan margen de maniobra. 

La suerte ha dado la espalda al corredor vasco desde que cambió el SKY por Movistar hace dos temporadas. Una caída el año pasado camino de Roubaix le hizo acabar el Tour renqueante, exhausto. En el imaginario de los amantes del ciclismo todavía están frescas las imágenes del alavés sufriendo de dolor cada vez que superaba la línea de meta. La última semana le fue propicia. Pero ya era demasiado tarde. 

El día de asueto profundizó en la herida del de Murgia. Una jornada triste. De dormir poco con las imágenes muy recientes en la memoria. En una palabra: frustración. La percepción generalizada es que cuando Mikel Landa besa el asfalto pierde una minutada. El ciclista necesita un tiempo de duelo. Asimilar lo acaecido en el décimo día de competición. “Ahora necesito mi tiempo de silencio, estar tranquilo, que me dejen en paz. Y espero que cambie la suerte. Venía bien al Tour y  la carrera marchaba perfecta para el equipo y nos podíamos acercar al objetivo. Al final llegó la caída, se juntó todo. En dos días se me pasará, todo necesita su tiempo”, mascullaba el de Movistar con rostro taciturno. 

No se descarta

Consciente de que podía ser su año, Mikel Landa no da nada por perdido. No va en su ADN. El alavés tratará de levantarse de este nuevo revés y por qué no, luchar por algún éxito. Aunque éste llegue en forma de victoria de etapa. “Habrá que pelear alguna etapa y tratar de reengancharme como sea a la general. Llegan los Pirineos, que siempre me motivan más”, valoraba. 

El vasco reconoció que no sufre dolor alguno más allá del emocional: “Físicamente estoy bien, no tengo nada grave, y queda mucho Tour. Estoy con pena, pero hay etapas para hacer cosas”. A 4.15 del maillot amarillo, el zuiano espera que sus rivales le den un poco de cancha si decide atacar. Pero no lo ve claro, el pesimismo le invade. Su cara en la rueda de prensa era la de un hombre abatido: “Ojalá me dejen margen para la heroica, pero es difícil porque en el Tour desde el décimo puesto se pelean mucho las posiciones”,