Tenis-Roland Garros

Stan Wawrinka, flamante campeón de Roland Garros

Stan Wawrinka se impone a Novak Djokovic por 4-6, 6-4, 6-3 y 6-4 en la final de Roland Garros y suma su segundo título de Grand Slam tras Australia'14. El sueño de Djokovic de ganar el 'grande' francés tendrá que esperar

Neus Yerro

Stan Wawrinka es el flamante campeón de Roland Garros 2015. Por la puerta grande. Derrotando al número uno, al hombre que está dominando el circuito a placer esta temporada en una final intensa, del primer al último punto, y tensa, en especial, por parte de Novak Djokovic: 4-6, 6-4, 6-3 y 6-4 en tres horas y doce minutos.

Como en la final del año pasado ante Rafa Nadal, tras ganar el primer set, Djokovic bajó su intensidad en la recta decisiva del segundo. Y eso, ante un rival con el talento de Wawrinka, se paga caro. Ha cedido la manga el serbio que ha reaccionado destrozando su raqueta… justo al lado de un recogepelotas. Ha tenido suerte Novak porque si le hubiese dado al chaval habría podido perder esta final de la manera más estúpida.

Wawrinka se lo cree. Al otro lado de la red, se ve a Djokovic muy tenso. Como si le faltaran fuerzas. No se percibe aún si físicas… o mentales. No se mueve con la fluidez que le caracteriza, no tiene las ideas ni la táctica claras. Mira hacia su banquillo en busca de ayuda, de algún consejo… pero nadie responde (igual que el año pasado). Sólo su mujer, Jelena, intenta transmitirle ánimos.

Stan se hace con el segundo parcial. Empieza otra final, al mejor de tres sets. Djokovic sigue sin reaccionar mientras Wawrinka no deja de pegar pelotazos. De drive, de revés, con su saque, que supera una y otra vez los 200 km/h y ganando el 90 por ciento de los puntos con su primer servicio. Convencido y creyendo en su juego, el helvético va poniendo tierra de por medio hasta que se sitúa por delante en el marcador: dos sets a uno. Está en su raqueta.

No le tiembla el brazo. Ni tampoco se va de cabeza cuando el envite de Djokovic en los primeros juegos del cuarto set le permiten colocarse con una ventaja de 3-0. Parece que el título se decidirá en una quinta y agónica manga. Pero no es así. Porque Wawrinka vuelve a encontrar sus golpes. Agresividad máxima para incomodar al rival. Velocidad, potencia y precisión son los pilares de su juego. 

Son las seis y 19 minutos en París cuando Wawrinka sirve para partido. Djokovic aprieta los dientes. Pero no. Está escrito que Stan selle su victoria, la segunda en Grand Slam (tras Australia'14), con uno de sus preciosos y mortíferos golpes de revés. Un total de 60 golpes ganadores, el doble que Djokovic. Otro suizo escribe su nombre en Roland Garros con letras de oro.

La Philippe Chatrier rinde tributo al campeón y también al perdedor. Gran ovación, a la que se suma Wawrinka, a Djokovic. No puede evitar las lágrimas abrazado a su trofeo de finalista. El tercero. Y esta vez no es ante Rafa Nadal. Tenía una oportunidad de oro de cerrar el círculo de Grand Slams... pero tendrá que seguir soñando con ello. "Eres un gran campeón con un gran corazón, te mereces este título. Y yo prometo seguir intentándolo el próximo año", dijo el número uno.

Wawrinka, que este lunes figurará como número cuatro del mundo, se emociona tras "el partido de mi vida. Aún no me lo creo, estoy temblando...", afirma. "Sé lo mucho que Novak deseaba este título y sé que lo logrará porque es un gran campeón", prosigue, antes de recibir la Copa de los Mosqueteros de manos de Gustavo Kuerten y dedicárselo a su entrenador, el sueco Magnus Norman, finalista como jugador (2000, precisamente ante Kuerten) y también como técnico (Robin Soderling, 2009). "Al fin la has ganado", dice Wawrinka. Pero la ha ganado el, 'Stan The Man'... y con todos los honores.