Muguruza: "Sentía que necesitaba cambiar"

Muguruza, durante el acto promocional

Muguruza, durante el acto promocional / EFE.

EFE

Tras un 2019 para olvidar, la española Garbiñe Muguruza ha regresado a la élite del tenis de la mano de Conchita Martínez, con la que reconoce tener "una complicidad especial", y confía en volver a instalarse en el 'top-ten' de la clasificación de la WTA.

"Lo que tenemos muy bueno, es que ella ha sido una jugadora de muchísimo nivel y en seguida nos entendemos. Es una complicidad muy especial, porque necesitamos la mitad de palabras para hacernos entender", explica Garbiñe durante un acto de Caser Seguros.

El exitoso binomio Muguruza-Martínez no es fruto de la casualidad. En Wimbledon 2017, la extenista aragonesa sustituyó durante dos semanas al francés Sam Sumyk, el entrenador que llevó a Garbiñe a alcanzar el número 1 del mundo y que no pudo estar en aquel Grand Slam británico por un asunto personal.

Bajo su supervisión, Muguruza se coronó por primera vez en el All England Club, 23 años después de que lo hiciera la exjugadora de Monzón y, aunque luego volvió con Sumyk, ahí supo que sus caminos se volverían a encontrar.

"Conchita es una persona que siempre he considerado. Y esta vez, cuando buscaba entrenador, se dio la coincidencia de que estaba disponible (hacía pocas semanas que había finalizado su relación profesional con la checa Karolina Pliskova) y, cuando llegó el momento, no dudé en contactarla para trabajar con ella", revela.

"El relevo del equipo técnico fue difícil, pero como todo, el deporte son ciclos. Sentía que necesitaba cambiar de aires, una voz nueva, un nuevo equipo, renovar un poco la energía. Y lo de Conchita se dio muy rápido", señala.

LLEGÓ A LA FINAL EN MELBOURNE

Su resurrección, como casi siempre, ha llegado en un Grand Slam tras alcanzar la final en el Open de Australia: "Está claro que todos los torneos son importantes, pero no puedo negar que los Grand Slams me motivan más. Se me da mejor cuando siento esos grandes escenarios y me enfrento a las grandes jugadoras o simplemente siento esa gran adrenalina", admite.

A sus 26 años, en su cabeza está lógicamente recuperar el número 1, "un puzzle muy grande que hay que poner junto", por eso es "muy difícil de conseguir", apunta.

De momento, se ha puesto en manos de Conchita Martínez, para que encauce su inagotable talento: "Trabajamos mucho en poner orden a todo eso. En cómo organizar la jugada, el estilo de juego. Muchos detalles técnicos que, en el alto nivel, marcan la diferencia".