Maradona, fan número uno de Argentina en Zagreb

La pasión de Maradona le ha llevado a ser advertido en varias ocasiones por las autoridades tenísticas

La pasión de Maradona le ha llevado a ser advertido en varias ocasiones por las autoridades tenísticas / EFE

Neus Yerro

Diego Armando Maradona es el fan número uno de Argentina en la final de la Copa Davis que se está disputando en el Zagreb Arena. El astro argentino acompaña al equipo siempre que le es posible desde 2002 y no podía faltar a una cita tan importante como ésta.

Su comportamiento gusta a unos y disgusta a otros. Su pasión le lleva en muchos momentos a perder un poco las formas. Como en 2006, cuando el árbitro, el francés Pascal Maria (curiosamente, árbitro del primer partido de esta final, el que ha enfrentado a Marin Cilic y Federico Delbonis), tuvo que pedirle que se calmara por sus gritos e insultos constantes al sueco Robin Soderling en la eliminatoria disputada en Buenos Aires.

Maradona también estuvo en la final de Moscú de 2006. Los rusos ya estaban sobre aviso de su comportamiento y antes del duelo le advirtieron de que "lo mejor sería que se comporte adecuadamente", dijo el entonces número uno local, Marat Safin.

También la Federación Internacional (ITF) prefirió 'curarse en salud' y le alertó que si no se comportaba sería expulsado. Una amenaza que surtió efecto.

Este viernes, durante el duelo entre Cilic y Delbonis se le ha visto muy excitado, insinuaba con gestos que las decisiones del juez de silla, su 'amigo' Pascal Maria, eran "un robo" y cantaba a pleno pulmón "Cilic está cagado".  

La hinchada argentina haría bien en recordar que ese mismo cántico se oyó en 2008 en Mar del Plata en la final ante España en referencia a Fernando Verdasco... y sabemos cómo acabó esa final.

Pero los incidentes en las gradas no sólo se han producido en Copa Davis. También en el torneo de Buenos Aires 2008 su actitud hacia el italiano Potito Starace fue, cuando menos, reprobable.

"Me insultó durante un set y medio. Debí pedirle al árbitro que lo hiciese callar. Le dije que si no lo sacaba iba y le pegaba un raquetazo en los dientes", explicó después el transalpino.