La nueva vida de Boris Becker: de ganar seis Grand Slams y entrenar a Djokovic a pasar por la cárcel
El extenista alemán fue una de las grandes estrellas de la década de los 80 y ya retirado llevó a Djokovic a ganar seis Grand Slams antes de entrar en prisión en 2022

Becker, en una imagen del año 2024 / EFE
Hay figuras del deporte que parecen diseñadas para trascender más allá de los límites de su disciplina. Boris Becker es una de ellas. Ídolo precoz, campeón forjado a martillazos de revés, símbolo del tenis alemán en su edad dorada y personaje de carne viva, con los aciertos y contradicciones que acompañan a los genios caídos. A sus 57 años, tras pasar por la cima del tenis y también por la cárcel, Boris Becker habla de redención, de madurez forzada y de segundas oportunidades.
Becker fue un fenómeno desde adolescente. En 1985, con apenas 17 años, ganó Wimbledon y cambió para siempre el relato del tenis moderno. No solo por su edad, también por su estilo explosivo, su carácter volcánico y su magnetismo mediático. Lo ganó tres veces, sumó seis títulos de Grand Slam y llegó a ser número uno del mundo en una época en la que convivía con Lendl, Edberg, Wilander o Agassi.
Su impacto en Alemania fue colosal: convirtió al tenis en deporte nacional y se volvió embajador involuntario de una generación que descubría el éxito internacional.
Retirado en 1999, Becker no supo manejar la dimensión de su nombre. Se convirtió en comentarista, abrió negocios, se mantuvo como personaje público, pero su vida personal fue tomando giros oscuros. Acumuló problemas fiscales, relaciones turbulentas, excesos, errores de gestión y, finalmente, delitos financieros que lo llevaron a prisión.
El campeón que dominó las pistas con desparpajo acabó cumpliendo una pena de dos años y medio por ocultar patrimonio durante un proceso de quiebra. Solo cumplió ocho meses, pero la experiencia lo marcó.
"Fue el despertador que necesitaba para cambiar", ha confesado sin eufemismos. En prisión perdió la libertad, pero ganó perspectiva. El hombre que lo había tenido todo aprendió a convivir sin privilegios, en una celda sin espejos, sin atención, sin trato especial. Salió más delgado, más lúcido y, sobre todo, dispuesto a empezar de nuevo.
EJERCIÓ DE ENTRENADOR DE DJOKOVIC ENTRE 2013 Y 2016
Una de las etapas más brillantes de su segunda vida en el tenis fue su rol como entrenador de Novak Djokovic entre 2013 y 2016. Bajo su tutela, el serbio ganó seis Grand Slams y se convirtió en un jugador casi invencible.
Becker entendió a Djokovic, lo llevó a nuevas cotas mentales, lo ayudó a gestionar la presión desde dentro. Esa conexión emocional dejó huella en ambos, y no descarta volver a formar parte del equipo del número uno mundial en el futuro.

Djokovic y Becker celebrando su Roland Garros en 2015 / EFE
Mientras tanto, el alemán se plantea regresar a Wimbledon en 2025, no como leyenda homenajeada, sino como comentarista o, quién sabe, como entrenador de nuevo. Su nombre, a pesar de los golpes, sigue provocando respeto en el circuito.
Porque la historia de Becker es también la historia de cómo se sobrevive a uno mismo cuando ya se ha vivido todo.
Hoy, Boris Becker no es solo el adolescente que reinó en Londres ni el técnico que acompañó a Djokovic en su mejor versión. Es también el hombre que enfrentó la caída con dignidad, que aprendió en silencio, y que ahora habla con una serenidad desconocida. Su legado, manchado y a la vez enmendado, sigue en construcción.
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