Cómo escapar de la extinción humana (12)

Nos hemos convertido en una civilización basura

Somos más sucios que el hielo de los cometas que formaron los océanos

Los mares y océanos se están convirtiendo en estercoleros de nuestra civilización.

Los mares y océanos se están convirtiendo en estercoleros de nuestra civilización. / Dean Lewis en Pixabay.

Eduardo Costas, catedrático de Genética, UCM

Somos tantos seres humanos, tenemos tantas cosas materiales y mantenemos un estilo de vida tan consumista, que nuestra huella en forma de basura se acumula vergonzosamente por todo el planeta. Las ratas y los seres humanos somos capaces de proliferar muy bien en los ambientes más degradados.

En pleno verano estoy en altamar en un buque de investigación oceanográfica que flota sobre un mar en calma a 200 metros sobre el fondo marino. Estamos lejos de la costa y apenas hay contaminación lumínica de las ciudades.

Es noche cerrada y mientras espero a que el CTD con sus numerosas sondas multiparamétricas realice un perfil vertical caracterizando los principales parámetros de la columna de agua, busco la constelación de Perseo. Encuentro a Algenib (α-Persei) y enseguida distingo Algol (β-Persei), que para los antiguos era el ojo de Medusa, la terrible Gorgona a la que Perseo le cortó la cabeza.

Es la fecha adecuada y no tengo que esperar mucho para ver la impresionante lluvia de estrellas fugaces de las Perseidas. Inagotables, aparecen a un ritmo de más de una estrella por minuto. El espectáculo impresiona.

Restos de un cometa

En realidad, estoy viendo el rastro que dejan los restos del cometa Swift-Tuttle. Simples trocitos de hielo sucio que ionizan las capas altas de la atmósfera cuando la atraviesan a más de 200.000 kilómetros por hora y que terminan como vapor de agua en las capas alta de la atmósfera.

Con el tiempo esta agua de cometas caerá al mar.

 De hecho buena parte del agua que hay debajo de la quilla del buque oceanográfico  en el que me encuentro tiene su origen en este fenómeno. Flotamos sobre los restos de la miríada de cometas, y de cometas enteros que llevan chocando contra la Tierra desde hace 4.500 millones de años. Tras formarse nuestro planeta, el continuado impacto de estos trozos de hielo sucio terminó acumulando buena parte del agua que formó los océanos.

Por supuesto se tardó mucho en semejante proceso, pero 700 millones de años después de la formación de la Tierra ya había mares de tamaño considerable.

Los astrónomos aseguran que los cometas son trozos de hielo sucio. Sin duda en el mar primigenio que formaron se acumularon los restos de esta suciedad.

Buque Oceanográfico Cornide de Saavedra.

Buque Oceanográfico Cornide de Saavedra. / Bene Riobó.

Más sucios que los cometas

Es fácil verlo. Nuestro barco oceanográfico lleva a remolque una red de arrastre que va arando el fondo marino, doscientos metros por debajo. Unos colegas están estimando los recursos pesqueros de la zona, mientras yo recolecto microorganismos y mido la fotosíntesis.

Tras un par de horas arrastrando, se iza la red a bordo. En el copo sube de todo: un maravilloso y diverso espectáculo con esponjas, anémonas, moluscos, holoturias, estrellas de mar, cangrejos, gambas de muchos tipos, infinidad de peces -en su mayoría no comerciales- y también merluzas, rapes, gallos, cigalas… y basura. Mucha basura: botellas, botes diversos, latas, hierros oxidados… Sobre todo hay basura.

Convertidos en basura

Recuerdo una amenaza de Jacques-Yves Cousteau “Si seguimos vertiendo basura al mar, nos convertiremos en basura.” Tiene razón. Batimos un triste record: en la zona en que arrastramos la red (uno de los clásicos caladeros mediterráneos), la basura ya pesa más que todas las especies de peces comerciales juntas.

Somos tantos seres humanos, tenemos tantas cosas materiales y mantenemos un estilo de vida tan consumista, que nuestra huella en forma de basura se acumula vergonzosamente por todo el planeta.

Como no podía ser menos, nos alarman las gigantescas islas de basura flotante que forman enormes áreas en los océanos Pacífico y Atlántico. Pensar en estas islas de basura en la superficie del mar nos deja desolados.

La basura ha alcanzado niveles alarmantes. Un amigo, patrón de un pesquero gallego de gran altura, arrastrando frente a la costa de Namibia subió con el arte los restos, bastante oxidados, pero aún bien reconocibles, de un Cadillac. Supieron que era un Cadillac no porque a bordo del pesquero fuesen expertos en coches americanos. Es que todavía los cromados con la marca se encontraban en bastante buen estado.

¿Qué mundo dejaremos a nuestros hijos?

Finalmente la campaña oceanográfica termina. El buque vuelve a puerto. Como era de esperar en estas fechas hay problemas de billetes para volver a casa. Mi vuelta se retrasará hasta mañana.

Como estoy cerca de una magnífica playa, con flamante bandera azul, calificada entre las mejores de España, decido ir un rato.

Es una playa abarrotada donde es fácil hacerse a la idea de que hay un exceso de seres humanos sobre el planeta. Con dificultad paseo por la orilla. Sorprendentemente parece limpia pese a tanta gente.

Pero es tan solo un espejismo en el que queremos creer. A poco que busco, y pese a que todos los días un buen montón de máquinas y una numerosa cuadrilla de trabajadores limpian la arena, encuentro colillas, cáscaras de pipas, pepitas de cerezas, aceitunas, plásticos diversos, restos de compresas…

Hace calor y el agua está llena de bañistas. Los hay a miles. Recuerdo que a un buen amigo marino mercante con una larga carrera de mando en múltiples buques siempre le preocupó donde orinaba tanta gente. No hay duda de que lo hace en el agua. Cada día toneladas de pis se diluyen en las aguas azules de la playa. Somos demasiados y todos queremos hacer lo que se ha puesto de moda.

Vivimos como ratas

Pero como siempre le digo a mi amigo capitán, el pis no es lo peor. Salvo en raras ocasiones en nuestro pis apenas hay bacterias.

Me pica la curiosidad. Cojo muestras del agua para analizar lo que no se ve. Me lo llevo al laboratorio. Mucho del fitoplancton está muerto. Según parece, los restos disueltos del protector solar de tantas personas impiden su crecimiento. A cambio hay infinidad de bacterias. Una prueba rápida es concluyente. Hay bacterias fecales que sin duda proceden de los miles de culotes humanos en remojo.

Tengo ganas de bañarme. Vuelvo a la playa. Encuentro un hueco entre la multitud y me zambullo en esa magnífica playa con bandera azul.

Pese a lo que vi, no me preocupo mucho. A fin de cuentas recuerdo bien unas palabras del sabio ecólogo Ramón Margalef. Decía que las ratas y los seres humanos somos capaces de proliferar muy bien en los ambientes más degradados.

Tenía razón.

Cómo escapar de la extinción humana: artículos para entender lo que está pasando con el planeta

 

Bajo este epígrafe publicamos una serie de artículos que analizan de forma científicamente rigurosa la crisis planetaria en sus diferentes dimensiones, así como explican cómo afectará a nuestras vidas y el precio que habremos de pagar para escapar de la catástrofe que podría acabar con la vida en la Tierra.

Ofreceremos una visión completa de la problemática, siempre en clave divulgativa, que no solo expondrá los últimos conocimientos sobre biología y ecología, sino también las últimas aportaciones desde campos tan dispares como la neurobiología (intentando ver por qué nos comportamos como lo hacemos cuando destruimos nuestro propio ambiente), e incluso desde la economía más científica.

El objetivo de esta serie de artículos es que cualquier persona pueda no solo entender lo que está pasando, sino también, si así lo desea, comprometerse con el planeta con los conocimientos adecuados que le permitan trascender medidas meramente estéticas.

Como el cambio global que estamos sufriendo es extremadamente complejo, los artículos que intentan explicarlo van a ser relativamente complejos. Pero vale la pena esforzarse para entender el cambio global, ya que es algo extremadamente grave.

Para ello le invitamos a hacer un viaje largo y complejo, pero también divertido, a través de toda esta serie de artículos. Solo después de haber leído muchos de ellos estará en condiciones de entender bien lo que estamos viviendo como especie y de actuar en consecuencia.

 

EDUARDO COSTAS

 

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