Detectan un enorme «río» de ráfagas de radio desde el espacio profundo

Detectan un enorme «río» de ráfagas de radio desde el espacio profundo

Detectan un enorme «río» de ráfagas de radio desde el espacio profundo

Científicos de distintos países y centros académicos detectaron el mayor grupo de ráfagas de radio rápidas (FRB) identificadas hasta el momento. A partir de observaciones realizadas con el poderoso radiotelescopio FAST de China, apreciaron más de 1.650 ráfagas en menos de 50 días. Las mediciones efectuadas pueden aportar luz sobre la naturaleza y la ubicación de estas enigmáticas ráfagas, que por el momento se desconoce.

Las ráfagas de radio rápidas o FRB fueron detectadas por primera vez en 2007, pero a pesar de los grandes esfuerzos científicos y de los avances tecnológicos en cuanto a las instalaciones empleadas para su identificación, casi 15 años después la fuente que las origina y sus características más importantes siguen siendo un enigma. Se trata de súbitas explosiones cósmicas que duran milisegundos: lo sorprendente es que cada una de ellas genera una energía equivalente a la producción anual del Sol.

Un descubrimiento único

De acuerdo a una nota de prensa de la Universidad de Nevada, Las Vegas (UNLV) de Estados Unidos, una de las instituciones que participó del nuevo estudio, además de registrar la mayor cantidad de ráfagas de radio detectadas en conjunto, el descubrimiento también incluyó otro hecho destacado: lograron medirse 122 ráfagas en un período de una hora, la tasa de repetición más elevada observada hasta hoy para cualquier FRB.

Según se indica en la investigación, recientemente publicada en la revista Nature, las misteriosas señales se detectaron en un total de 59,5 horas durante 47 días, exactamente en un período que abarca desde el 29 de agosto hasta el 29 de octubre de 2019. Los científicos creen que su estudio alcanzó el mayor nivel de detalle logrado hasta la fecha en cuanto a la determinación de la distribución de energía en las ráfagas de radio, junto a otras condiciones que permitirán descifrar a futuro el motor que impulsa estos fenómenos cósmicos.

Tema relacionado: El viento solar originaría las misteriosas señales cósmicas de radio.

La hipótesis de los magnetares

Gracias al volumen de explosiones identificadas, exactamente un total de 1.652 FRB independientes de una misma fuente no identificada, los investigadores pudieron precisar algunas características de las emisiones y probar hipótesis. Por ejemplo, se cree que estas ráfagas de radio pueden originarse en los magnetares, que son estrellas de neutrones dotadas de los campos magnéticos más fuertes del cosmos.

De gran densidad y un tamaño equiparable al de una gran urbe en la Tierra, los magnetares producen una enorme cantidad de energía: todas las ráfagas de radio detectadas en este estudio representan solamente un 3,8% de la energía generada por un magnetar, también conocido como magnetoestrella. En función de estas cifras, los científicos creen que debería revisarse esta hipótesis, como así también la que sostiene que las FRB se originarían a partir de estallidos por fuera de los magnetares, en «choques» que alcanzarían la velocidad de la luz.

Hacia el futuro, los astrónomos creen que instrumentos como FAST y nuevas herramientas actualmente en desarrollo permitirán avanzar sobre el comportamiento energético de las ráfagas de radio y descubrir información esencial acerca de su naturaleza física y la fuente central desde la cual provienen. Por el momento, estas extrañas explosiones cósmicas siguen constituyendo un gran desafío que pone a prueba los límites del conocimiento científico.

Referencia

A bimodal burst energy distribution of a repeating fast radio burst source. Li, D., Wang, P., Zhu, W.W. et al. Nature (2021).DOI:https://doi.org/10.1038/s41586-021-03878-5

Foto: las ráfagas rápidas de radio desconciertan a los astrónomos desde hace más de una década, pero la identificación del mayor conjunto detectado hasta el momento de estas extrañas señales en un reciente estudio y la utilización de radiotelescopios avanzados y nuevos instrumentos podría comenzar a resolver el enigma. Crédito: Brenton Pearce en Unsplash.