Poderío olímpico

Laura Ester y Bea Ortiz luchan por medallas y por la igualdad dentro y fuera del agua. Su objetivo va más allá del podio pero tienen muchos números para subirse a él

Dos amigas, dos waterpolistas únicas y dos mujeres empoderadas aterrizan en Tokio. Pura fuerza.

Laura Ester & Bea Ortiz. Las waterpolistas luchan por la igualdad dentro y fuera de la piscina

Laura Ester & Bea Ortiz. Las waterpolistas luchan por la igualdad dentro y fuera de la piscina / Javi Ferrándiz

Carme Barceló

Carme Barceló

Las mejores también lloran. Sí. Y con esas lágrimas dan una lección de humildad que no tiene ni precio ni premio. Me arriesgo a que Laura me diga: “Jo, Carme, que manera de empezar”. Lo asumo. Porque verla llorar, disculparse por un mal partido y apretar los puños por dentro es una de las imágenes que han quedado para siempre en el disco duro de esta periodista.

Ahora la tengo ante mí, esperando turno para ser maquillada por Paula Moltó y departiendo con todos con sencillez y naturalidad. Ella, que presenta un curriculum antes de estos Juegos Olímpicos que marea, es una mujer de lo más auténtica. Bea Ortiz -aún no sé si es ‘Pin’ o ‘Pon’ en este dúo de amigas- la escucha y mete baza. “No sabes lo que es”, asegura con admiración. Mi trabajo es transmitir el bagaje de esta deportista única a la que nadie cubre las espaldas. Su eclosión llegó en los JJ.OO de Londres y Laura Ester asegura que “en ese momento tuve la sensación que el resto del mundo descubría nuestra existencia”. Detrás de aquella medalla había tanto trabajo como el que hacen hoy, con Miki Oca al frente de esta nave, y del que ambas coinciden que “no quiere perder ni en el parchís. Nos conoce muy bien y es super competitivo”.

Bea cede su silla a Laura. Tiene fuerza y mucho carácter. “Vamos a Tokio a vaciarnos, a darlo todo, con rabia y sacar en la piscina todo lo que hemos trabajado y sufrido. ¿Medalla? Estamos en un momento excelente”. Ester asiente. Están motivadas. Son las 7.30h y se las ve frescas como rosas (café mediante, eso sí). Waterpolistas. Deportistas de élite. Dos personas que dedican los mejores años de sus vidas a luchar por medallas pero, también, por visibilizar la igualdad dentro y fuera del agua. Bea Ortiz jugaba con niños y “a veces, pocas, con alguna niña”. Laura Ester, más veterana, tiene claro que “somos pioneras y hemos abierto camino. Nadie sabe lo que hemos pasado. Las más jóvenes no tienen ni idea de lo que es sufrir”. Ortiz añade: “Seis días, seis partidos y un ‘fisio’ para quince jugadoras. Ésta es la realidad”. Añado el calificativo ‘cruda’ porque parece increíble que estas dos mujeres sumen decenas de medallas y su espacio sea un córner en las últimas páginas de un diario y ni siquiera eso a nivel audiovisual. Ojalá este reportaje sea la previa de un podio.  

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