Ona Carbonell, el reto de ser madre

La campeona de sincronizada cree que falta apoyo para las deportistas en activo que deciden ser madres

“Todo el mundo te cuestiona y duda que vuelvas a ser la misma”, comenta

Ona Carbonell, el reto de ser madre

La campeona de sincronizada explica su difícil conciliación para dar visibilidad a todas esas deportistas en activo que quieren ser madres y les cierran las puertas. Competirá esta semana en el Europeo. Su hijo cumple mañana nueve meses y ella, un objetivo / SPORT

Carme Barceló

Carme Barceló

Para ella, la mejor medalla es formar una familia. Dio el paso y sumó un nuevo reto a su carrera. Por ello la han cuestionado y ha tenido que hacerse fuerte ante lo que aún es considerado una anormalidad. La campeona de sincronizada explica su difícil conciliación para dar visibilidad a todas esas deportistas en activo que quieren ser madres y les cierran las puertas. Competirá esta semana en el Europeo. Su hijo cumple mañana nueve meses y ella, un objetivo.

Hablamos por teléfono con Kai mamando y ella absolutamente agotada. Tono de voz muy bajo, para no alterar al bebé, y un despertador que va a sonar a las seis de la mañana. Hoy dormirá media hora más porque lo normal, en plena competición, con horario adaptado a Japón y un Europeo esta semana, es levantarse a las 5.40. Desayuna, amamanta a su hijo, coge el coche y llega a las 7 al CAR. “Soy una deportista de élite, soy madre y tengo un objetivo olímpico. Es lo que hay. ¿Sacrificado? Mucho. ¿Duro? Más que eso. Pero es mi decisión”, dice Ona.

Me cuenta que acaban de aplazar el preolímpico de Tokio -se celebrará finalmente en junio en Barcelona- y ya tenía “setenta bolsas de leche en el congelador porque me llevaba a Kai. Ya tenía el pasaporte hecho. Un excedente para ocho días con el que ahora no sé que haré. Intentaré aprovecharlo pero ha sido agotador”, reconoce. Lógico. Al desgaste físico que supone la preparación para que el equipo español de natación sincronizada se clasifique para los JJ.OO, se suma el de sacarse leche cada vez que sale del agua. “Lo hago cada tres horas. Tengo una nevera al lado de la piscina y, cuando termina el entrenamiento, me la llevo a casa y la meto en la mía. Y así, cada día. ¿Por qué? Porque creo que alimentarlo con leche materna es lo mejor para Kai”, asegura la nadadora.

Cuando no era madre, llegaba a casa y se tumbaba en el sofá. “Ahora, el niño quiere estar con su madre, quiere teta, quiere jugar... Por la noche me levanto dos o tres veces. Duermo muy poco”. Esa voz cansada y, a la vez, tan empoderada. Ona Carbonell quiere visibilizar lo que supone la maternidad en el deporte de élite, algo tan extraño, tan difícil y, emocionalmente, tan duro. “¿Sabes? Llegan a comparar el embarazo y el parto con una lesión. Y tienes que escuchar que ‘ya no serás la que eras, ya no ganarás lo que ganabas’ y eso es muy duro. Todo el mundo te cuestiona. Mi entrenadora, Mayu Fujiki, me ha dado la seguridad que necesito y también mis compañeras”, explica. Ellas también la han apoyado, convirtiéndose “en diez tías para Kai. Piensa que cuando el niño tenía cinco meses ya nos concentramos y me lo llevé. Me acompañó Pablo, mi pareja, que estaba todo el día con él. Solo le veía para darle de mamar y por la noche. De algún modo, me salté las normas de equipo porque estos viajes son de máxima concentración a todos los niveles. Pero ellas y Mayu quieren sumarse a la causa, participar en que la maternidad en nuestro entorno sea algo normal. La medalla más bonita es formar una familia”.

Si consiguen el pasaporte a Tokio, “no podré llevarme al niño. En la villa olímpica no puede estar y yo tampoco puedo salir. Será muy duro porque no he pasado ni una noche sin él pero no soy la primera ni la única. Muchas mujeres trabajan y viajan con niños muy pequeños”. Mientras llega ese momento, vive confinada en casa con Pablo, Kai y una persona que les ayuda. Solo sale para ir a entrenar. Su pareja ha tenido que pedir vacaciones para que ella pueda preparar este Europeo. Su equipo está dentro y fuera de la piscina. Agradece a sus patrocinadores “que sigan acompañándome en este camino. Soy afortunada. A muchas compañeras las han dejado de lado y no han podido seguir. Queda tanto camino por recorrer...” Gracias por sumar pasos, Ona.

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