Nuevos caminos: Lourdes Mohedano y Tania Lamarca

Veinte años separan las medallas que lograron ambas en unos Juegos Olímpicos. Tania, en Atlanta’ 96. Lourdes, en Río’ 16

Vidas paralelas en lo deportivo y trayectorias distintas que confluyen en dar, compartir y ayudar a las nuevas generaciones y al deporte de élite. Dos grandes referentes de la gimnasia rítmica

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Carme Barceló

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En su día, coparon los informativos y las portadas. Una era casi una niña, Tania. Apenas pesaba 43 kg y era la más pequeña (en volumen y estatura) de aquel equipo de las llamadas ‘Niñas de Oro’. Esa medalla las catapultó a la gloria a la par que, con el tiempo, se desveló la dureza de los entrenamientos y las exigencias de la entrenadora, Emilia Boneva. Duro, no. Lo siguiente. “Me retiré con dieciocho años habiendo vivido mucho -reconoce la  gimnasta-. Para llegar a la élite y, en concreto, a aquel momento de la rítmica, has de tener una cabeza diferente. A mis padres los juzgaron mucho pero lo único que hicieron fue apoyarme. Fue un tren que yo quise coger. Era muy madura para mi edad y mi familia siempre estuvo pendiente y a mi lado”.

Aquellas pre adolescentes pasaron “de la nada al todo y no estábamos preparadas. En las lágrimas del podio salió la Tania niña, la que se veía en ese momento en una pantalla de televisión y sólo pensaba: ‘¡qué pasada!’. Fueron semanas de locura y, después, de un cierto abandono”. Es por ello que decidió ser ‘coach’, dar conferencias por todo el país y “ayudar a los y a las deportistas. Son personas por encima de cualquier otra cosa.

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