Marta Dávila: entre el cielo y el suelo

A esta ingeniera que procesa datos del satélite Meteosat, te la puedes encontrar cada día en un skatepark de Barcelona

Marta Dávila, protagonista del Sport&Style

Marta Dávila, protagonista del Sport&Style / VALENTÍ ENRICH.

Carme Barceló

Carme Barceló

Simplemente, disfrutando del viaje. Así se presenta en su cuenta de Instagram y, después de hablar con ella, te das cuenta de que éste es uno de sus principios de vida. Marta Dávila tiene y lleva mucho mundo a sus espaldas. Me sorprendió su historia y decidí contactar con ella. “Estoy trabajando, hablamos al mediodía”, me respondió. Ese tramo, entre las 13h y las 15h, es el que destina a coger olas o, casi siempre, a entrenar (y disfrutar) en un skatepark de la Ciudad Condal.

La entrevista la hacemos en tres fases, en tres horarios, en tres formatos y en tres localizaciones distintas. No pasa nada mientras pasa todo. Es intensa hasta decir basta. “Todo mi tiempo -explica- lo dedico al trabajo, al skate, al surf y a viajar. Cien por cien. Cuando estoy en la oficina de Barcelona, skate a tope cerca del despacho. Y cuando veo que hay olas en Sitges, que es donde vivo, pido teletrabajo. A las seis de la mañana inicio mi horario laboral y al mediodía me voy a surfear. Esta es mi vida y soy feliz”.

Este amor al mar le viene de familia. Su padre navega y su madre es windsurfista. “Competí en vela muchos años -cuenta Marta- y gané el Mundial Juvenil de 420 en 2014 con Silvia Mas, que ahora está entrenando para los próximos Juegos Olímpicos de Tokio”. Pero Dávila quería estudiar. Se fue a Holanda, se licenció y un día la llamaron “para unirme al equipo que desarrollaba el procesamiento de datos del satélite Meteosat. No lo dudé. Es otra de mis pasiones”. Mientras realizaba la carrera, “echaba tanto de menos el mar y el skate que me dediqué a viajar sola por todo el mundo y buscar dónde practicar mis deportes. ¿Por qué? Empodera mucho y aprendes de ti”. Del agua a la tierra pasando por el cielo. Así es la vida de Marta Dávila. “El primer día que subí a un skate -recuerda- me caí y me di un golpe brutal en la cabeza. Me dije a mí misma que aquello era el mío, que me había retado. Aquí y así empezó mi amor por él”. Cuánto poderío.