Lydia Valentín, el peso de la gloria

Leyenda viva de la halterofilia se abre en canal en sus memorias

La atleta ha querido que el mundo conozca su sacrificio, su esfuerzo y la intrahistoria de los escándalos del dopaje

Lydia Valentín posando para el Style&Sport

Lydia Valentín posando para el Style&Sport / JOSÉ LUIS ROCA

Carme Barceló

Carme Barceló

Tan fuerte. Tan dura. Tan ‘ella’. Pero detrás del músculo, de las pesas y de esa fortaleza física y mental que muestra y demuestra hay una historia deportiva y personal compleja. Y eso es lo que ha querido explicar Lydia Valentín en ‘El peso de la gloria’, unas memorias en las que “me abro en canal. Quería y necesitaba hacerlo”.

Muy pocos saben que todo empezó gracias a un padre y una madre -sobre todo ella- que animaron y apoyaron a su hija cuando decidió ser haltera. “Otras compañeras habrán sufridos reticencias o negativas en casa o el entorno. En la mía lo viví con total normalidad. Fui una privilegiada”. En primera fila estaban ellos junto a Isaac, su primer entrenador y su pareja, que ha sido el sostén en los últimos años. Lydia les miraba y señalaba con los ojos. Quería que todos los asistentes a la presentación de su primer libro repararan en los puntales de su vida. “Y ahí, al fondo, está mi traumatólogo. Ya sabéis lo que estoy pasando estos últimos meses con la cadera. Gracias a él sigo adelante y me estoy tomando el tiempo que necesito para sentirme bien”. El objetivo está en los próximos Juegos Olímpicos, en los que todo apunta a que será la abanderada española. Ella sonríe y sólo acierta a decir que “sería la ilusión de mi vida”. Personalmente, creo que lo será. Ahí lo dejo.

Es imposible no ver en ella a un referente, a una mujer con mayúsculas que ha abierto un camino a pesar de lo duro y difícil que ha sido el suyo. Porque le ha tocado luchar contra las ‘malas’, contra las que se dopan y ganan medallas ilegales. Que Valentín celebre las suyas a pie de calle, sin subirse al podio y años después, vale el doble. “El peaje hasta la gloria hay que pagarlo. Yo me enfrenté a las trampas del dopaje y, al final, fui reconocida”.

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