"Hay que marcarle un gol a la indiferencia"

Elsa Anka visita la Escuela Emanuel en Guinea Bissau

Elsa Anka visita la Escuela Emanuel en Guinea Bissau

Elsa Anka visita la Escuela Emanuel en Guinea Bissau

Carme Barceló

Carme Barceló

Con ella se ha traído los abrazos, el pan compartido, algún partidillo de fútbol y, sobre todo, mucho amor. “Del auténtico, del que no está contaminado y del que te dan generosamente. Entre tanta miseria, la limpieza de estas almas es brutal”, asegura Elsa Anka. No ha sido su primera vez ni será la última, pero ha decidido visibilizarla desde sus redes sociales y desde Sport&Style porque “necesitamos madrinas y padrinos para estas criaturas.

Muchas llegan a la Escuela Emanuel porque alguien las ha recogido en la calle. La mayoría están enfermas y desnutridas, son huérfanas o proceden de familias que no les pueden poner un plato en la mesa, o niñas cuyos padres van a mutilarlas en breve”. Llegan allí “y se las alimenta y educa. El deporte es uno de los pilares y es cierto que les divierte, les forma y aprenden a gestionar las derrotas y a felicitar al vencedor. Aquí todos ganan”, explica Elsa, emocionada. Porque ha sido su hijo Miquel, universitario y futbolista amateur, el que más horas ha dedicado a estos niños durante la semana que han convivido con ellos. Ambos se han lavado con cazos y agua fría y han jugado con el único balón de la escuela. “Nos hemos regalado un tiempo mutuo con los ‘peques’ -dice la presentadora- de abrazos y de cariño”.

ANSU FATI

A pesar de las limitaciones en la comunicación, los niños y niñas de la Fundación Iván Mañero tienen un nuevo ídolo. “Ansu Fati es un referente. Es de Guinea Bissau, como ellos, y juega en el Barça con Messi. ¡Eso es brutal!”, explica Elsa Anka, que ha recogido ‘pedidos’ de todos los críos para el futbolista del Barça. “Son muy futboleros pero las niñas me han dejado alucinada. ¡Cómo la tocan! ¡Son cracks!”. Costó mucho hacer la maleta y partir. Elsa y Miquel tienen claro que “nuestro objetivo es marcarle un gol a la indiferencia y encontrar padrinos y madrinas que, por apenas veinte euros al mes, puedan mejorar la vida de estos niños”.

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