Fluir e influir

Cuando era triatleta no imaginaba que el yoga iba a aterrizar en su vida para quedarse y multiplicarla. Cuando en 2015 decidió parar, cerrar la agenda y darse la vuelta, llegó a Bali y allí se quedó. Fueron años de aprendizaje, de meditación y de fluir. “Mi palabra, mi verbo favorito: flow. Creo que es la que define la realidad, la verdad. Es reconocer, observar, recrearse en la autocontemplación y en la introspección y aceptar sin resignación. Estamos dirigiendo siempre nuestra vida y exigiéndonos. Querer no es poder porque, sencillamente, a veces no puedes”. 

Coge en brazos a su hijo de pocos meses después de una sesión de flowyoga en la que, al igual que a través de sus redes sociales, intenta transmitir los valores del yoga tradicional y de la meditación. La maternidad ha cambiado su día a día pero ha optado por regatear a las hormonas y fluir entre su trabajo, su familia y sus pasiones “desde la calma y sin presionarme demasiado. ¿Hace unos años? Uf… Era puro nervio. Practicaba deporte todos los días. Lo que fuera. Correr, nadar, surfear… Como triatleta, llegué a competir y justo antes del confinamiento y de quedarme embarazada, corrí la media maratón de Barcelona”.

Por experiencia, creé que “incorporar la meditación en el deporte de élite ayudaría mucho a conseguir objetivos. Te enseña a parar la mente, a visualizar, a proyectar y a gestionar el fracaso. Tras perder un partido, por ejemplo, te da herramientas para aceptar la derrota y ponerla en perspectiva”. A ella le funciona “colocarme como una telespectadora de mi propia vida, verme desde fuera. Analizas y digieres mucho mejor”.

A Mimi Albero la siguen más de cien mil personas con las que comparte, más allá de Instagram, retiros que organiza retiros holísticos y talleres. No le obsesionan las redes sociales ni multiplicar sus ‘followers’. “Sólo quiero trasladar lo que me aporta el yoga tradicional, experiencias enriquecedoras que alimenten cuerpo y mente pero que, sobre todo, nutran el alma”.

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