Entrenamiento bajo cero

+ Frío = + rendimiento

Entrenamiento bajo cero

Entrenamiento bajo cero / SPORT

Carme Barceló

Carme Barceló

Todos hemos oído alguna vez que el frio obliga a nuestro cuerpo a mantener su temperatura estable como animales de sangre caliente que somos, invirtiendo para ello una mayor quema de calorías. Sin embargo, las temperaturas bajas también nos invitan a consumir alimentos y platos más contundentes y ricos en hidratos y grasa. Es aquí dónde la biología nos ofrece una original dicotomía invernal, ayudándonos a quemar más calorías por, por un lado, pero llevándonos instintivamente a consumir más por medio de la alimentación para contrarrestarlo. Sabiendo esto, parece fácil llegar a la conclusión de que, controlando nuestro instinto de acumulación de grasa, tendremos todo a nuestro favor para salir beneficiados de tal tesitura, pero, siendo realistas, es en el entrenamiento en el que debemos poner nuestro esfuerzo para conseguirlo aprovechando el aumento del metabolismo que nos regala hacerlo con frío.

El frio obliga a nuestro organismo a quemar más calorías para mantener nuestra temperatura, algo debido en mayor medida a la constricción arterial periférica, responsable de la palidez que nos provocan las bajas temperaturas al enviar el organismo toda la sangre posible al interior del cuerpo como mecanismo de protección de los órganos vitales.

Para entrar en calor, el organismo precisa de una mayor inversión calórica, que se mantiene alta durante el entrenamiento para estabilizarla. Entrenar en invierno ayuda a reforzar el sistema inmunológico, aumenta la capacidad cardiaca y mejora de manera global nuestro estado de ánimo. También mejora la circulación periférica, que se ve ralentizada de manera naturalcon las bajas temperaturas, y vemos a simple vista en forma de palidez y sequedad en la piel por la menor cantidad de riego y por tanto, de oxígeno y nutrientes.

ANTES Y DESPUÉS DE ENTRENAR CON FRÍO

Ya sea en interior o exterior, la ropa deportiva debe abrigarnos, pero no agobiarnos, para lo que buscaremos prendas de manga y pierna larga de materiales técnicos transpirables adecuados y/o algodón natural. Gorros, bufandas y guantes serán solo necesarios si las temperaturas son inferiores a los 3º y solo en exterior.

La hidratación sigue siendo básica para ofrecer al organismo un reservorio hídrico óptimo durante el entrenamiento, aunque el frío suele confundir a la sed y solemos beber menos con frío, por lo que deberemos beber suficientes líquidos (agua o zumos naturales) las horas previas.

Los estiramientos deben siguen siendo prioritarios con frío, tanto antes como después del entrenamiento, ya que las bajas temperaturas tienden a contraer las fibras musculares, y por tanto, no hacerlos acarrea mayor riesgo de lesiones.

La ducha e higiene tras el entrenamiento en invierno no debe hacerse con agua muy caliente sino templada, ya que, a pesar de la relajación y efecto sedativo que ofrece a la musculatura, ralentiza su correcto enfriamiento progresivo y favorece la deshidratación de la piel y la posible rotura de capilares epidérmicos evitando sensaciones de frío ya que el entrenamiento consigue que sean ellos sus propias fuentes de calor y, por tanto, también de mayor quema de calorías.

“En los meses de frío nos cuesta más salir de casa por razones obvias, y también entrenar, ya sea al aire libre o en sala. Sin embargo, todos notamos rápidamente las particularidades positivas que nos ofrece, ya que no solo nos ayuda a quemar más calorías sin mayor esfuerzo, sino que repercute de manera muy positiva en nuestro bienestar general y en nuestro estado anímico en particular, algo muy necesario en los meses de frío que suelen traer consigo mayores índices de depresión y estrés.”, explica Sara Álvarez, directora de Reto 48.

Beneficios de hacer deporte en invierno

1 . Se queman más calorías. Con el frío, la temperatura corporal baja y nuestro organismo debe hacer un mayor esfuerzo para recuperar el calor. ¿Cómo? Aumentando su actividad metabólica con el fin de que las células consuman más energía para transformarla en calor.

Cuando realizamos ejercicio con bajas temperaturas, a este esfuerzo del organismo debemos añadir, además, el que debe hacer para activar nuestros músculos, que con las bajas temperaturas tienden a contraerse y estar más rígidos. Y también para recuperar el equilibrio que supone los cambios de temperatura, el consumo de oxígeno y la pérdida de líquidos del ejercicio físico.

2. Mejora nuestra forma física. El cuerpo debe mejorar su rendimiento en todos los aspectos para adaptarse a las bajas temperaturas: mejora la capacidad cardiovascular (lo que reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares y derrames cerebrales), la capacidad cardiopulmonar y desarrolla los músculos.

3. Mejora el sistema inmune. Según un estudio publicado en el Journal of Applied Physiology, los leucocitos y granulocitos, responsables del buen funcionamiento del sistema inmunológico, aumentan su producción cuando realizamos ejercicio con bajas temperaturas.

En este punto debemos aclarar que los beneficios se consiguen cuando no hablamos de temperaturas extremas. Si al cuerpo no le da tiempo a calentarse realizando una actividad que exija mucho esfuerzo durante demasiado tiempo, el efecto sobre las defensas será exactamente el contrario.

4. Estamos más hidratados. En verano se suda mucho más al hacer ejercicio, por lo que practicar deporte en invierno nos ayuda a mantenernos mejor hidratados en esta época en la que es normal que sintamos menos la necesidad de beber.

5. Mejora el ánimo. Practicar ejercicio libera endorfinas, nos hace desconectar y plantearnos metas. Mejora así nuestra sensación de bienestar, aleja el estrés y la depresión.

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