Elsa Anka, una vida ecofit

Referente de estilo de vida, era muy joven cuando ya hablaba de sostenibilidad y ecología

Hoy aboga por la alimentación 100% natural, la cosmética sin tóxicos y una vida #ecofit

Elsa Anka

Elsa Anka, una vida ecofit / Javi Ferrándiz

Carme Barceló

Carme Barceló

Cada vez que recuerdo los primeros gimnasios a los que fui, me hago cruces. Tres mancuernas, cuatro barras y una sala donde las mujeres hacían ‘gimnasia sueca’ porque lo otro, claro, era fundamentalmente para ellos”. 

Hablamos de los últimos coletazos de los 70 y unos inicios de los 80 en los que Elsa Anka se pagaba el gym “con lo que ganaba trabajando de ‘canguro’. Desayunaba con Eva Nasarre y con Jane Fonda, tenía un ‘maillot’, unas medias, unos calentadores y toda la ilusión del mundo de ser como aquellas gimnastas que veía por la ‘tele’ con mi padre”. Porque ella, cuando le preguntaban que quería ser de mayor, respondía “deportista olímpica. Me fascinaba el poder del cuerpo, cómo podía moldearse y lo que podía lograr”. 

En paralelo a su pasión por del deporte, llegó la profesión que llevó a Elsa a Estados Unidos: la moda. “Recuerdo que la primera vez que fui -explica- me quedé alucinada cuando entré en un gimnasio. Ya no sólo eran los materiales. Era toda una filosofía de vida”.

Aquella ‘veinteañera’ ávida de músculo, es hoy una mujer de 56 años que sigue siendo para muchos un referente de estilo de vida saludable. “Con el tiempo sumas, corriges y aprendes. Pasas de la fascinación por los cuerpos estéticos a conocer los beneficios del ejercicio físico y de disciplinas como el yoga”, reconoce. Pero para ella, lo más importante es “el respeto hacia uno mismo. Cuidar mi cuerpo, saber de qué pensamientos y de qué comida me alimento. A partir de ahí eres capaz de respetar a tu entorno. Desde muy joven no entendía por qué la gente malgastaba el agua, tiraba papeles por la ventana del coche o vaciaba ceniceros. ¡Es nuestro entorno! ¡Es lo nos envuelve!”.

Elsa Anka lleva algo más de un año profundizando “en temas como la alimentación consciente o la cosmética fresca y sin tóxicos. No ingiero nada procesado y me enfoco hacia una alimentación más cetogénica y antiinflamatoria. Hace meses que mi cuero cabelludo no toca nada químico y he decidido hacer lo mismo con el resto de mi cuerpo”. Recoge la bolsa de deporte, comenta con Erik los últimos ejercicios, se despide con un “que cumplamos años bien, con salud y pocos cánones” y, viéndola, comprendes y aplaudes el proceso.

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