De la Castellana a Tokio

Serán sus primeros Juegos Olímpicos y, si no cambian las cosas, también los últimos.

Todos apuestan por ella y la ven con una medalla colgando de su pecho. Pura simpatía y positividad, esta campeona del mundo no se arredra ante nada. N

Sandra Sánchez

Sandra Sánchez

Carme Barceló

Carme Barceló

Escucho esas quinielas que dan por hecha mi medalla. Sólo sé que quiero estar ya en el tatami e ir a por ella”. Sandra Sánchez, la mejor karateca de la historia en la categoría de kata, sabe lo mucho que se espera de ella en Tokio. Cuánto han cambiado las cosas cuando, no hace tantos años, era “todo lo contrario porque me decían que lo hacía bien, pero no tanto. Eso ya pasó, los que ahora siguen mi carrera creen que tengo posibilidades de conseguir una medalla olímpica y eso me da fuerza, energía y ganas de seguir trabajando”.

Conversamos entre pinceles, secadores, con los pies descalzos en el asfalto de la Castellana y sentadas en el césped. Multiplicamos los espacios y las risas. Sandra, casi ‘cuarenteañera’, presume de ello. “Las mujeres tenemos la edad que tenemos y ahí estamos, rompiendo clichés, demostrando que sólo es un número. Los límites los ponemos nosotras. En el día a día, dejo que mi cuerpo y mi mente me hablen y me digan hasta donde puedo llegar. No me quiero poner límites externos”.

Cada dos “un control de rendimiento donde me hago un montón de pruebas y, de momento, estoy en línea ascendente así que sigo mejorando en mis condiciones físicas. No me voy a dejar condicionar por nada. Tengo ganas y ansia de más”. Ese fantástico estado de forma y sus cualidades deportivas la llevarán a “unos Juegos Olímpicos super especiales. Los primeros del karate y los últimos. Y si a eso sumamos que son en Japón y que ha sido un ciclo olímpico de cinco años, lo hacen todo muy bonito y especial. Me parece muy injusto que el karate no esté en los próximos porque no es una decisión deportiva. Los criterios deben estar claros y escritos para que los deportistas sepamos donde vamos y no por decisiones tomadas en los despachos. Pero éstos los voy a vivir al 100%. No pienso en lo que viene o en lo que no. Estoy disfrutándolos cada día desde que me levanto”.

A su lado su entrenador, su maestro y su pareja más allá del tatami, Jesús del Moral. “Mi medio karategui”, dice riendo la deportista. “Me preguntan mucho por este tema pero es más sencillo y más simple de lo que parece. Cierto es que estamos juntos todos los días del año las veinticuatro horas, pero de ellas paso muchísimas entrenando y ahí no es mi pareja, apenas cruzo con él una o dos palabras. Es el maestro al que tengo el máximo respeto y escucho en silencio. Cuando salgo de ese ‘estado’ es como empezar de cero y eso que en un restaurante seguimos hablando de karate. Aunque es distinto, eso sí”. Aprovechamos los semáforos en rojo para disparar la foto de portada y, desde los coches, la saludan y la graban. Sandra Sánchez sonríe y saluda a todos. Es empática y simpática hasta decir basta. Y una mujer con una fortaleza mental enorme -que ha marcado su dura y sacrificada carrera- y que la llevará, seguro, al podio olímpico. 

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