ADN Espar: Capacidad de adaptación

Las hermanas Espar, en el reportaje fotográfico

Las hermanas Espar, en el reportaje fotográfico / Javi Ferrándiz

Carme Barceló

Carme Barceló

"Clara tiene mucha determinación y es muy luchadora”. “Anni es muy, muy buena. Una crack. Cuando tiene un objetivo, va a tope a por él”. Veinte meses separan a estas dos hermanas que, además, son amigas, cómplices y socias. Lo que unió una familia lo reconfirmó el waterpolo y un medio, el agua, del que viven y en el que sobreviven. Porque la pandemia frenó la cascada de sueños que tenían ambas. Unos Juegos Olímpicos a los que “llegábamos en racha, con una dinámica buenísima, campeonas del Europeo -explica Anni- y veíamos la posibilidad de medalla. Todo se paró de golpe pero lo bueno que tenemos los deportistas de élite es nuestra capacidad de adaptación. Superadas las dos primeras semanas de shock, nos reinventamos”. Clara asiente y añade que “al principio me invadía una cierta angustia. Soy una persona super planificada y, de repente, saltó el calendario por los aires. Enseguida empecé a entrenar en casa una o dos veces al día y lo cierto es que he pasado esta etapa mucho mejor de lo que esperaba”. De regreso a la piscina, un objetivo claro: “el mismo que teníamos antes de la pandemia: conseguir medalla en Japón’21”.

Tres zumos de frutas diversas nos contemplan. La distancia solo es física porque las hermanas Espar destilan empatía y buen rollo. “A la que se acabó el fútbol, nos empezó a llamar todo el mundo para entrevistas y reportajes -recuerda Anni riendo-. Los deportes minoritarios han tenido más visibilidad ‘gracias’, entre comillas, al Covid-19”. Más allá de la anécdota, ambas reconocen que “la fortaleza mental ha sido fundamental y ésta se trabaja con la experiencia, con las derrotas y con las victorias”. Como aquel desencanto que Anni vivió en Río’16 y que “solo el que lo pasa, lo entiende. Te marcas cuatro años y en cuestión de segundos todo se acaba. Fue un golpe duro. Pasé noches sin dormir pensando en ello. Pero al final, aunque no puedas imaginarlo, esa derrota te sirve para mucho”. Coinciden en que “los malos momentos se llevan mejor con el apoyo de un equipo. El deporte individual es mucho más duro. No podemos imaginar lo que hubiera sido esta pandemia sin nuestras compañeras y nuestro entrenador”. Emprendedoras, el encierro despertó su creatividad y en él nació Wailua Barcelona. “Hacemos cadenas para mascarillas y, de momento, nos está yendo bastante bien”, aseguran encantadas. Objetivos y espíritu positivo. Buen tándem.