La violencia tiñe el inicio de la Ligue 1

Las batallas descontroladas entre aficionados de varios equipos desborda a la LFP y obliga al Gobierno de la República a intervenir para frenar el espiral vandálico

Aficionados del Lens saltan al césped para increpar a los hinchas del Lille

Aficionados del Lens saltan al césped para increpar a los hinchas del Lille / AFP

Adrià Soldevila

Adrià Soldevila

Francia está siendo, en este inicio de temporada, el escenario principal de una violencia extrema en el retorno de los aficionados a los estadios de fútbol de la Europa occidental.

El estallido de los enfrentamientos entre grupos de fans ha puesto el foco en una Ligue 1 que, todavía celebrando la llegada de Lionel Messi a París, se ha visto desbordada por unos acontecimientos a los que aún le está buscando explicación. ¿Qué ha pasado en los últimos meses para que, en pocas jornadas de competición, se hayan producido ya cuatro batallas campales? “El confinamiento, la ansiedad y el estrés propios de cualquier crisis han tensado enormemente los nervios de la población. Regresar a los estadios da un canal adicional de expresión a la violencia, frustración o ansiedad que vemos en la sociedad en su conjunto”, explica para Sport Dossier el diputado en el Parlamento francés, Sacha Houlié.

El representante de La République en Marche, reconocido aficionado al Olympique de Marsella, tiene muy claro que el fútbol es un reflejo del pueblo: “Los estadios de fútbol son el espejo de la sociedad, en el sentido de que reúnen a un gran número de nuestros conciudadanos en toda su diversidad, desde las clases trabajadoras hasta las más acomodadas”.

La pelea más conocida mediáticamente, la que dio la vuelta al mundo en este comienzo de temporada, es la que se inició el 22 de agosto con el lanzamiento de una botella al exinternacional francés Dimitri Payet en Niza y que acabó con una batalla entre decenas de aficionados del equipo rojinegro y los futbolistas y staff técnico del Olympique de Marsella en el césped del Allianz Riviera, tras la réplica del extremo visitante. Corría el minuto 75, el Niza ganaba 1-0 y Payet decidió devolver la botella al fondo sur del estadio, que prendió como la gasolina. Fue entonces cuando, sin posibilidad de intervención policial debido a la cantidad de ultras que saltaron al terreno de juego, se armó la de San Quintín. Incluso Jorge Sampaoli, técnico del Marsella, perdió los papeles y tuvo que ser sujetado para evitar su participación en el intercambio de empujones y bofetadas, al que sí se apuntó su ayudante, Pablo Fernández. Su puñetazo al cuello de un aficionado le supuso la inhabilitación hasta junio de 2022, en la que es la sanción más dura tras los actos. Al Niza le cayeron dos partidos a puerta cerrada, mientras que el central cántabro Álvaro González fue suspendido por la Comisión de Disciplina de la Ligue de Football Professionnel (LFP) con dos jornadas en la grada.

“Es posible que el período de un año y medio, vinculado a la situación de salud y durante el cual los partidos fueron cancelados o celebrados a puerta cerrada, haya podido tener un impacto en la afición”, comenta el investigador de la Universidad de Limoges, Iouri Bernache-Assollant, especialista en movimientos de aficionados, categorización social, estratégicas identitarias y emociones. También para Sport Dossier, el doctor y maestro de conferencias señala que la violencia en Francia no es sistemática en comparación al hooliganismo británico, pese a que sí la vincula a una identidad de grupo, a estar plenamente identificado con un club y considerar al resto como una amenaza. “Al dejar de ir al estadio en presencia de la afición contraria, de alguna manera se han desaprendido a gestionar estas situaciones de amenaza, además de la frustración acumulada. Volver a las gradas este verano los puso de nuevo frente a estos contextos”, argumenta.

UNA JORNADA PARA OLVIDAR

La séptima jornada de la Ligue 1, celebrada íntegramente el 22 de septiembre, es hasta hoy la más accidentada de un curso futbolístico plagado de decepciones y preocupación extradeportiva. Una semana antes, el sábado 18 de septiembre, ya se había producido una nueva invasión de campo en el Lens-Lille, el Derby du Nord. Centenares de espectadores locales saltaron al césped del Bollaert-Delelis durante el descanso para encararse con los visitantes desplazados tras un lanzamiento de objetos –incluso sillas– entre ambas aficiones, aunque el incidente no llegó a mayores por la intervención de los efectivos de policía antidisturbios, que lograron retirar a los ultras antes de que empezara el segundo tiempo.

Pero el fin de semana más turbio llegó siete días más tarde. Un autobús que transportaba a varios aficionados del Girondins de Burdeos al partido ante el Montpellier fue asaltado por medio centenar de ultras, en una acción violenta que acabó con 16 heridos. Varias ambulancias llegaron al lugar de los hechos y pudieron atender sin mayores consecuencias a los seguidores visitantes, que se encontraban sentados en la calzada tras el susto. Pocas horas después, la mancha negra se extendió y dos nuevos partidos acabaron a trompazos. Fue justo al producirse el pitido final. En Angers, los antidisturbios tuvieron que intervenir para disolver una pelea entre aficionados locales y varias decenas de seguidores del Olympique de Marsella tras varios minutos lanzándose objetos. Ambos bandos invadieron el césped sin que la seguridad del estadio lo pudiese evitar. Mientras tanto, a 600 kilómetros de distancia hacia el oeste del país, otro encuentro acababa con intervención policial.

En el Metz-PSG, que terminó con victoria de los parisinos por 1-2, también volaron objetos y varios aficionados locales entraron al césped. Un gol de Achraf Hakimi en el tiempo de descuento, seguido de una discusión entre Kylian Mbappé y el portero Alexandre Oukidja y de la expulsión del defensa franco-tunecino Dylan Bronn, calentó a buena parte de la grada, que se cebó con el árbitro y con algunos jugadores del PSG y que se dispuso a saltar al terreno de juego del estadio Municipal Saint-Symphorien. Algunos ultras lo lograron, pero la rápida intervención de los cuerpos de seguridad minimizó las posibles consecuencias.

SIN RELACIÓN POLÍTICA APARENTE

Aunque cada grupo de aficionados puede sentirse más próximo a un color político concreto, a todos estos altercados no los une ningún componente ideológico. Por lo menos, así lo defienden Bernache-Assollant y Houlié. Para el investigador de la Universidad de Limoges, “aunque hay grupos ultras que defienden valores más o menos asumidos o incluso una ideología de izquierdas o de derechas, no creo que este sea el factor explicativo central en lo que está sucediendo ahora”, pese a que varios de estos grupos se han enfrentado en el pasado con sus ideologías políticas como base de la discusión. “El concepto de amenaza mencionado anteriormente me parece mucho más relevante para entender la violencia que tuvo lugar en los derbis y en los partidos del OM”, insiste Bernache-Assollant.

El diputado en la Asamblea Nacional de Francia coincide plenamente con el doctor. “Algunos de los grupos tienen ideologías políticas. La Brigade Sud de Niza es conocida por su militancia de extrema derecha, es cierto. Pero la afición del Niza no peleó contra la afición del Marsella, sino que ¡atacó a los jugadores!”, anota Sacha Houlié, que también niega el componente político en la pelea entre los aficionados del Lens y el Lille: “Los del Lens se identifican con la izquierda, con lo cual no hay ningún motivo político que justifique los incidentes durante el partido contra el Lille. Fueron los insultos del público de Lens los que provocaron la ira de los seguidores visitantes”. En el Angers-PSG, según Houlié, se define uno de los problemas principales: la organización tras la vuelta del público a los estadios. Conociendo las frustraciones de la ciudadanía durante la pandemia, el diputado cuenta que “hubo ciertos contratiempos en la preparación de algunos partidos. No se tomaron en cuenta las recomendaciones de las reuniones previas, faltó infraestructura como una red antilanzamientos y se puso a los aficionados visitantes demasiado cerca de los grupos ultras locales. Todos estos ingredientes facilitaron las peleas”.

En las últimas semanas, el Gobierno francés está tomando cartas en el asunto. La ministra de Deportes, Roxana Maracineanu, pidió a los clubes toda la implicación posible para identificar mediante las cámaras de seguridad a los aficionados que participaron de manera activa en los altercados dentro de cada estadio y fue clara al respecto en una entrevista en el canal BFMTV, en la que aseguró que la República tiene que llegar hasta el final del asunto y prohibir, de manera contundente, la entrada de los seguidores violentos al interior de los recintos deportivos.