Sunday, Bloody Sunday

Mañana se cumple medio siglo del asesinato de 14 norirlandeses republicanos a manos del ejército británico

Durante 14 años, la Irish League prohibió que el Derry City disputara sus encuentros profesionales en su propio estadio y le trasladó a 50 kilómetros para evitar problemas

Sunday Bloody Sunday

Sunday Bloody Sunday / DERRY JOURNAL

Adrià Soldevila

Adrià Soldevila

The real battle just begun. To claim the victory Jesus won. On... Sunday, Bloody Sunday, entona a través del micrófono Paul David Hewson, más conocido como Bono, el célebre cantante del grupo U2. La banda irlandesa compuso esta canción en 1982, diez años después de la masacre que acabó con la vida de 14 manifestantes republicanos que reivindicaban sus derechos civiles en la ciudad de Londonderry –también conocida como Derry–, en Irlanda del Norte. Un año después de su composición, ese Sunday Bloody Sunday fue lanzado junto a nueve canciones más dentro del exitoso álbum War. Del Bloody Sunday (domingo sangriento) de Derry se cumplen este domingo 50 años. Medio siglo de un ataque injustificado del ejército británico por el que el primer ministro David Cameron terminó pidiendo perdón en 2010, tras una exhaustiva investigación encargada once años antes por su predecesor en el cargo, Tony Blair.

Derry era, en 1972, una ciudad sumida en la guerra. Sin embargo, ese conflicto fue bautizado como The Troubles (los problemas), en una forma de quitarle hierro a un asunto grave que enfrentó a republicanos católicos contra unionistas protestantes. Esa cruzada, como sucede todavía hoy, también afectó al fútbol. Los estadios son la representación del pueblo, la traslación del estado de ánimo de los ciudadanos que se manifiesta en las gradas de la misma forma que se exhibe en las calles. Y si las calles son un hervor, el estadio también lo es. En Bogside, el barrio más revolucionario de Derry, se encuentra Brandywell, el terreno de juego del Derry City Football Club. Durante 14 años, la Irish League –la liga norirlandesa– prohibió que el Derry City disputara sus encuentros profesionales en su propio estadio y le trasladó a 50 kilómetros para evitar problemas. Para los organizadores de la competición, el entorno de Brandywell era demasiado peligroso. Durante esas fechas, en el barrio de Bogside se producían continuamente escaramuzas entre republicanos y protestantes, algo que se trasladaba cerca del estadio cuando un equipo visitante vinculado al protestantismo viajaba a la ciudad para enfrentarse al conjunto rojiblanco. Las visitas del Linfield, un club de un barrio protestante de Belfast, acababan en batallas campales no solamente en los exteriores del recinto deportivo, sino también dentro de Brandywell.

Pero por encima del resto, fueron dos incidentes los que marcaron el devenir del Derry City. Según cuenta el periodista irlandés del diario The Irish Times Richard Fitzpatrick a Sport Dossier, “en enero de 1969 una pelea entre aficionados del Derry y unos 100 seguidores del Linfield acabó con cinco heridos trasladados al hospital. El segundo incidente sucedió en septiembre de 1971, cuando el Ballymena United, otro club de una ciudad mayoritariamente protestante, visitó Brandywell. Uno de los autobuses fue quemado a las afueras del estadio”.

Fue así como en 1971 el Derry City acabó desterrado y Brandywell se convirtió en un estadio sin fútbol. Algún día entre semana, el campo era escenario de carreras de perros, mientras que los sábados y domingos se celebraban partidos de categorías inferiores. “Cargábamos con la fama de ser republicanos, aunque siempre hubo unos cuantos jugadores protestantes en nuestro equipo. Casi cualquier lugar de Irlanda del Norte al que nos hubieran enviado habría sido unionista. Había, pues, un cierto miedo a viajar; miedo a las repercusiones contra los seguidores. Es por ello que no había nadie en los partidos en Coleraine. Fue horroroso”, contó el portero Eddie Mahon en un reportaje para la revista Panenka. “Había razones de más peso para deportar a otros clubes, pero nosotros éramos el Derry y éramos nacionalistas, así que pagamos el pato”, dijo Mahon en 2012. También lo explica Fitzpatrick: “Los incidentes se neutralizaron jugando en Coleraine. Pero el problema fue que los aficionados del Derry City tenían miedo de asistir a los partidos porque era peligroso para ellos, ya que eran católicos y tenían que viajar a una ciudad notoriamente protestante. Eso provocó una gran desventaja”. Sin público en los partidos, porque ningún aficionado quería viajar a los pueblos y ciudades unionistas, el equipo perdió competitividad y se fue apagando por momentos. Varios futbolistas hicieron las maletas y se marcharon. Algunos siguieron en la Irish League, pero otros prefirieron la League of Ireland, el campeonato de la República de Irlanda, al que el Derry City consiguió unirse en 1984, tras haber sido rechazado en primera instancia. En ese momento, el equipo creció y logró volver a Brandywell. Fue en 1985 después de pedirlo insistentemente: hasta en 13 ocasiones se le negó el regreso a su estadio. En cuatro años, el Derry City subió a primera división y consiguió un histórico triplete en 1989, ganando la Premier Division, la FAI Cup y la League of Ireland Cup. Sin embargo, desde la temporada 1996-97, el equipo no levanta la liga e incluso tuvo un descenso administrativo en 2009, del que se recuperó un año después volviendo a subir a la primera categoría del fútbol irlandés.

El Derry City fue desterrado de su estadio durante 14 años

Honores al Barça

En el verano de 2003, pocas semanas después de la primera victoria electoral de Joan Laporta, el Barça visitó Brandywell para disputar uno de los últimos partidos de la pretemporada. Nuevo entrenador, Frank Rijkaard, y nuevo crack, Ronaldinho, que marcaría uno de los cinco goles de su equipo en el histórico escenario norirlandés. El encuentro fue bautizado como ‘El partido de la paz’ y fue organizado por John Hume, un arquitecto católico que había recibido el Premio Nobel de la Paz por haber fomentado el diálogo y la pacificación en el conflicto norirlandés. “Fue muy especial, lo recuerdo con mucha emoción. Fue una de esas jornadas que llevaremos siempre en nuestros corazones”, rememora Laporta en declaraciones a Sport Dossier. “Hablamos con los jugadores para explicarles la dimensión simbólica del partido y quedaron impresionados. Fueron recibidos en Derry como auténticos héroes. Los que habían llegado esa temporada, como Ronaldinho, creo que entendieron perfectamente el sentido del ‘Més que un club’ con esa visita a Irlanda del Norte”, comenta el actual presidente del conjunto catalán.

El Barça aceptó la invitación para acudir al partido durante la última etapa del mandato de Joan Gaspart, una decisión que Laporta consideró del todo acertada. “Lo asumimos con todos los honores”, explica el máximo responsable de la entidad. El conjunto azulgrana saltó al césped con una gran senyera y, tal y como había sucedido en la inauguración del estadio City of Manchester días antes, el himno nacional de Catalunya, Els Segadors, sonó por megafonía. “Hay que remarcar que, desde hace más de un siglo, existen estrechos lazos entre nacionalistas irlandeses y catalanes”, apunta Fitzpatrick.