Nadie ayudó a Maradona

El genio argentino cayó a su lado más oscuro auspiciado por un entorno tóxico, pero también por la inacción del Barça y el Nápoles

Ni Barça ni Nápoles evitaron que Maradona cayera en la mala vida y las drogas

Maradona, un mito en Nápoles

Maradona, un mito en Nápoles / Getty Images

Adrià Soldevila

Adrià Soldevila

Para la mayor parte del pueblo argentino, Diego Armando Maradona es considerado el mejor jugador de todos los tiempos. Tiene incluso una comunidad que venera su figura, la Iglesia Maradoniana, creada en 1998 en la ciudad de Rosario. Haber levantado un Mundial de la manera que lo consiguió lo catapultó al olimpo.

El histórico eslalon y la mano de Dios, ambos en el mismo partido ante Inglaterra, encumbraron a Maradona como el salvador de la patria, el hombre que se había tomado la revancha cuatro años después de haber perdido la guerra de las Malvinas y había reivindicado el orgullo de toda una nación. El Mundial 86 hizo del ‘Pelusa’ el ídolo de todos.

Habían pasado tan solo dos años de su salida del Barça. Y cuatro de su llegada, la más multitudinaria de la historia del conjunto blaugrana. En el aeropuerto no se podía ni andar. Diego llegó con tan solo 21 años y se marchó con 23, sin grandes títulos, sin grandes goles –un par y lejos del Camp Nou– y sin un vínculo especial con la afición ni con la ciudad. Se fue y el Barça le olvidó como si nunca hubiera vestido sus colores.

“Parece que nunca jugó aquí, nadie le reivindica, es como si molestara”, comenta para Sport Dossier el periodista Ramon Besa, conocedor de la etapa del ‘Diez’ en el Barça. Una mancha negra con la que Josep Lluís Núñez, el presidente de la época, tuvo que lidiar. Acusó a su entorno de llevarle por el mal camino para justificar su fracaso y, en gran parte, no se equivocó.

Sin suerte en Barcelona

Maradona no tuvo suerte en el Barça: Andoni Goikoetxea lo lesionó de gravedad con una entrada salvaje, se lio a palos en una final de Copa del Rey ante el Athletic Club y contrajo hepatitis. Junto a eso, en Barcelona empezó a coquetear con las drogas. “Todos los recuerdos de Maradona en Barcelona son malos: la hepatitis, la lesión de ‘Goiko’, la droga, el piso de la Avenida Pearson, la noche ocupada por los ‘Cebollitas’ y el clan. Además, sus goles más célebres fueron en Belgrado ante el Estrella Roja y en el Bernabéu ante el Real Madrid”, explica Besa.

Barcelona fue el inicio de todo para Diego. De la caída, por haber sido el lugar en el que empezó a desviar su camino; pero también de la ascensión, porque tras su paso por el Barça se desató y se convirtió en el mejor jugador del mundo. Así como en el Camp Nou se le miraba con recelo, en San Paolo le idolatraban. Y hasta hoy. Esta próxima semana, el estadio que lleva su nombre volverá a hacerle un homenaje.

El 25 de noviembre, cuando se cumplirá un año de su fallecimiento, Nápoles organizará tres velatorios: uno en el estadio Diego Armado Maradona, otro ante el gran mural de la Via Taverna del Ferro y un tercero ante uno de los murales más conocidos, el del Piazzale Maradona de los Quartieri Spagnoli, lugar de peregrinaje de aficionados de todo el mundo.

Pero también en Nápoles, Maradona se entregó definitivamente a su cara B, arrastrado por un entorno viciado y tóxico. “No estuvo bien a la hora de escoger a sus amigos. Maradona acogía a todos los que se le acercaban, era demasiado generoso. No fue listo para entender quién era bueno y quién era malo”, reconoce para Sport Dossier el periodista napolitano Carlo Alvino, prácticamente la sombra de Maradona en su etapa en el sur de Italia.

“Había demasiada gente, pero nadie se preocupaba por él. Era una máquina de hacer dinero. Su entorno nunca le cuidó ni le aconsejó bien”, explica. Pero no fue solo su entorno. Según Alvino, desde el club nadie colaboró para evitar que el emblema de todo Nápoles cayera en la parte oscura de la ciudad: “El presidente, Corrado Ferlaino, hoy admite que se equivocó porque tenía que haber aconsejado bien a Diego sobre con quién podía ir y con quién no. En aquel momento lo dejó solo en las sombras, en ese mar agitado, en una ciudad que tiene cosas bonitas, pero también cosas muy feas”.

Inacción de Barça y Nápoles

“Barcelona y Maradona tuvieron una relación distante”, afirma Ramon Besa. El ‘Pelusa’ se equivocó en muchas decisiones extradeportivas, pero ni el Barça ni el Nápoles hicieron nada para evitar que un chico que no llegaba a los 30 años sucumbiera ante la irresponsabilidad de su entorno. “Vino demasiado joven, rodeado de mucha gente y de un mánager, Jorge Cyterszpiler, a una Barcelona efervescente. Aquí nacían TV3 y Catalunya Ràdio y el estadio se empezaba a llenar de medios.

Todo aquello se le comió. Iban como una banda a todos los sitios, a restaurantes, a discotecas, como un clan. Además, hacía muchas fiestas en su casa de la Avenida Pearson, con mucha gente. Él cargó con todo esto”, dice Besa. Núñez le puso vigilancia, pero nunca le frenó. “El Barça dejaba hacer y se llenaba de razones para echarle, pero no evitó que hiciese nada”, recuerda el también periodista Miguel Rico a Sport Dossier.

“Al club no le vi próximo al jugador. Sabía perfectamente que vivía con mucha gente que no era de su familia, que salía por las noches, pero estaba más por vigilarle que por cuidarle”, dice el leridano. Algo similar ocurrió en Nápoles. “Ferlaino le puso un investigador privado, fue lo único que hizo. Pero cuando el investigador decía que había estado en un sitio en el que no debía estar, el presidente no intervenía”, comenta Carlo Alvino.

Demasiada fiesta

Maradona y sus amigos eran los reyes de la noche barcelonesa. Salían y organizaban fiestas multitudinarias en el piso de la Avenida Pearson sin que nadie del Barça le sentara para conversar de su vida privada. Nunca lo hicieron. “No había nadie que tuviese la mínima ascendencia sobre él, hacía lo que quería. No había una oficina, como aparentemente existe ahora, de atención al futbolista que se preocupase y le ayudase”, expresa Miguel Rico.

Algo que coincide con lo que sucedió en los años posteriores a su paso por Barcelona, ya en Nápoles. En San Paolo tampoco existió ese auxilio que el futbolista necesitaba. Los goles y los títulos lo taparon todo. “El Nápoles, antes de Maradona, había tenido grandes dificultades para sobrevivir. Era un club pequeño. Con Maradona se convirtió en algo más grande, pero seguía sin figuras profesionales. Era un club de poco nivel que no pudo con la situación”, comenta Carlo Alvino.

En 1991, Maradona dio positivo por cocaína en un control antidopaje. Le sancionaron con 15 meses sin jugar. Fue un golpe terrible para el mundo del fútbol, pero sobre todo para los napolitanos. Una estrella caía del cielo.

Tras ese batacazo, el ‘Diez’ abandonó Italia. Recuperó la forma en Sevilla y Newell’s para volver a defender los colores de la ‘Albiceleste’ en el Mundial 94, pero en Estados Unidos sufrió su segundo positivo: efedrina, norefedrina, pseudoefedrina, norpseudoefedrina y metaefedrina, cinco sustancias estimulantes que provocaron otra gran sanción. No hubo remedio. Siguieron sin ayudarle.

El tercer y último positivo cayó en agosto de 1997, pocos meses antes de su retirada en Boca Juniors. También relacionado con la cocaína. Diego Armando Maradona ha dejado, en los últimos años, imágenes que entristecen. Algunas denunciables. Pero en Argentina y en Nápoles siempre será recordado por su fútbol. Lo reconoce Carlo Alvino: “Es como San Gennaro. Un santo”.