La 'leggenda' del Grande Torino

El 4 de mayo se conmemora el 73º aniversario de la tragedia de Superga, en la que murió el mejor equipo de Italia

El Grande Torino desapareció trágicamente en 1949 en un accidente de avión

Valentino Mazzola, ídolo del Grande Torino, junto a Gabetto y Menti

Valentino Mazzola, ídolo del Grande Torino, junto a Gabetto y Menti / FOTO MOISIO vía PANENKA

Adrià Soldevila

Adrià Soldevila

Cuando Oreste Bormida tocaba la corneta todos sabían que el Torino atropellaría a su rival sin contemplaciones. El partido acababa en ese preciso momento, no había marcha atrás. Con Valentino Mazzola a la cabeza, el ‘Toro’ pasaba una y otra vez por encima de cualquier conjunto que se le pusiera delante en un estadio Filadelfia siempre lleno hasta la bandera.

Era el equipo de Italia, hasta esa época el más grande de todos los tiempos. Lo había ganado todo, había conquistado por primera vez en la historia un doblete de liga y copa y había ganado cuatro Scudetti consecutivos. Jugaban de diez, con un fútbol atractivo y ofensivo basado en el uno contra uno constante y en los marcajes al hombre en todo el campo, una revolución que impactó en Italia como nunca antes había sucedido.

El Grande Torino iba camino de convertirse en el equipo más poderoso del continente, en un conjunto imbatible que en los años 50 hubiera participado y marcado las diferencias en la nueva competición creada por L’Équipe, llamada Copa de los Clubes Campeones Europeos. La Copa de Europa, la Champions League actual. Pero el Torino no llegó a disputarla.

El 3 de mayo de 1949, tras un empate a cero ante el Inter de Milán en San Siro, el Torino viajó a Lisboa para disputar un partido amistoso. Tenía la liga prácticamente ganada. Ese empate ante los ‘Nerazurri’ lo dejaba todo sentenciado. A ambos equipos les separaban cuatro puntos y, con las victorias valiendo dos puntos y faltando cuatro jornadas para el final, el Scudetto parecía estar ya en el bolsillo del Torino. Sería el cuarto consecutivo. Nadie pensaba que el equipo ‘granata’ iba a perder la distancia. Imposible.

Cada 4 de mayo, los turineses homenajean a los jugadores caídos en la basílica de Superga

Cada 4 de mayo, los turineses homenajean a los jugadores caídos en la basílica de Superga / AFP

Dos meses antes de ese partido en San Siro, la selección italiana disputó un duelo internacional ante Portugal en Génova. Esa ‘Nazionale’ estaba repleta de jugadores del Torino. El once era casi compartido: Bacigalupo, Maroso, Ballarin, Loik, Castigliano, Tognon, Annovazzi, Carapellese, Mazzola, Baldini y Menti vistieron los colores azurri ante Portugal. Tognon, Carapellese y Annovazzi jugaban en el Milan y Baldini lo hacía en la Sampdoria. El resto, todos defendían el escudo del Torino. Y ese día faltó Rigamonti, habitual en el once, que también formaba parte de ese ‘Toro’ campeón. “Los mismos que se enfundaban la camiseta del Torino lucían luego la de la ‘Nazionale’ y representaban Italia en el extranjero. Dieron a los ciudadanos un motivo de orgullo de ser italiano tras la vergüenza de la Segunda Guerra Mundial”, explica a Sport Dossier el director del Museo del Grande Torino y de la Leyenda Granata, Domenico Beccaria.

En ese encuentro internacional en Génova, Valentino Mazzola conoció a Xico Ferreira, histórico capitán del Benfica. Establecieron una bonita relación y semanas más tarde se pusieron manos a la obra para organizar un partido de homenaje en Lisboa, que se acabó disputando el 3 de mayo.

Por aquel entonces, un joven László Kubala entrenaba a prueba en el Torino tras huir de la Hungría comunista de Rákosi, Szakasits y Dobi. También estuvo probando en el Pro Patria y el Inter de Milán. El goleador pudo formar parte de la expedición que viajó a Portugal, pero decidió quedarse en tierra tras recibir la noticia de que su esposa, Anna Viola Daucik, y su hijo habían emigrado de Checoslovaquia y se encontraban en la ciudad italiana de Udine. Fue una sabia decisión. “El Torino decidió tener un gesto de amistad, de hermandad. El presidente Ferruccio Novo permitió el viaje porque la liga estaba prácticamente ganada”, cuenta Beccaria. Ese partido terminó con victoria 4-3 del Benfica y con un banquete en el restaurante Alvalade. Fue la última cena del Grande Torino. El equipo de Leslie Lievesley no volvió a pisar el césped.

“Cada año suben miles de personas a Superga para recordar a ese histórico equipo”, dice Mario Gago, corresponsal deportivo de Onda Cero en Turín. Esa mañana del 4 de mayo, la ciudad norteña despertó sin luz. Ni un rayo de sol caía sobre la Mole Antonelliana, que amaneció oscura. Al mediodía, el avión del Torino despegó de Lisboa para aterrizar a primera hora de la tarde. Los jugadores debían tomarse un descanso y afrontar la 35ª jornada de liga, en la que recibirían a la Fiorentina en el estadio Filadelfia. Los ‘Viola’ eran décimos y ya no se jugaban nada. Tenía que ser un mero trámite hacia el título. Pero esos futbolistas no volvieron a entrenar.

Sobre las cuatro de la tarde, el avión que transportaba a los héroes del Grande Torino se estrelló contra la basílica de Superga, una iglesia construida encima de la colina más emblemática de la ciudad. Nadie sobrevivió. Los 31 pasajeros, entre jugadores, técnicos y tripulación de cabina, murieron en el acto. “Fue un dolor inmenso. Fue el drama de una nación entera”, comenta el director del museo histórico. Casi un millón de personas acudieron al funeral, más del doble de los ciudadanos de Turín, que por aquel entonces tenía 300.000 habitantes.

El once del Grande Torino era también el once de Italia. Fueron los mejores de la época

El once del Grande Torino era también el once de Italia. Fueron los mejores de la época / AFP

TODO SE ACABÓ

la liga se terminó de jugar y el Torino consiguió ganar los cuatro partidos que le quedaban disputándolos con el equipo juvenil, la federación Italiana decidió entregar el título de campeón al ‘Toro’ días después de la tragedia aérea

Pero aquel no fue solamente el adiós de un equipo triunfante. Fue el funeral de todo un club, que se hundió tras esos maravillosos años y que terminó firmando su descenso a la Serie B diez temporadas después, sin haber vuelto a ganar ningún título desde el accidente. En la temporada 1970-71, el Torino levantó la Coppa después de 21 años sin alegrías. Y en la 1975-76 conquistó su primer y último Scudetto tras la tragedia.

“El Grande Torino, para todos los aficionados ‘granata’, significa el ejemplo futbolístico inalcanzable e inimitable. Si el Torino se ha mantenido como un equipo de primer nivel con millares de simpatizantes en todo el mundo es, posiblemente, gracias a la tragedia de Superga”, reconoce Beccaria. “Esa tragedia sacó al Torino de la historia del fútbol y lo hizo entrar en la leyenda del deporte mundial”, concluye el director del museo, un recinto ubicado en Grugliasco –pueblo cercano a Torino– en el que se guardan y exponen las botas, los balones, los documentos, las cartas y las camisetas de ese equipo, una parte de la tribuna del estadio Filadelfia, el banquillo y el zapatero del vestuario, además de una rueda y la hélice del avión precipitado en la basílica.