Quien a hierro gana

El Jeunesse: Gloria europea, aun modesta, para el dominador del fútbol local, ganador de 28 ligas

La historia del Fola es particular, empezando por su curioso nombre, que se debe a la contracción entre ‘football’ y ‘lawn tennis

El Jeunesse, orgullo de Luzemburgo

El Jeunesse, orgullo de Luzemburgo / UEFA.es

Carlos Martín Rio

Carlos Martín Rio

Corría el minuto 15 y el campeón continental estaba cayendo por 2-1 en su visita a Esch-sur-Alzette, una ciudad industrial luxemburguesa limítrofe con Francia que se acostumbraba a ver a uno de los suyos, el Jeunesse, en la máxima competición. Eran otros tiempos, una era primigenia en la que la Copa de Europa tenía un formato mucho más naíf, aunque democrático: todos los campeones de liga gozaban de la oportunidad de sacar los colores a los grandes. Otra cosa es que lo lograran.

No fue el caso en aquel 4 de noviembre, en una vuelta de octavos de la edición 1959-60 que sería un mero trámite. En la ida, el Real Madrid se había deshecho de los del Gran Ducado por 7-0. Y en la segunda manga, la resistencia no sería mucho mayor: ese prometedor 2-1 del primer cuarto de hora ya era un 2-5 inapelable 16 minutos después. Pero el 12-2 del global poco importará. Porque si en España olvidarán directamente ese cruce, en Luxemburgo darán más valor al hito de haber llegado hasta ahí (solo se repetiría en 1963, cuando el propio Jeunesse pasó también de ronda para ceder ante el Partizan).

Gloria europea, aun modesta, para el dominador del fútbol local, ganador de 28 ligas, a una buena distancia del Dudelange (15) y a años luz de su rival ciudadano, el Fola d’Esch, que ha cantado ocho alirones, incluido el último. Mañana, los vecinos se verán las caras, ambos alejados del liderato. Es el derbi de Esch. Un duelo de buen ambiente, estadios pequeños entre parajes naturales y ese aroma de buena comida y mejor bebida que emana del fútbol de pueblo. 

Aquellos viejos capítulos de la Copa de Europa se encuadran dentro de una época de esplendor para Esch-sur-Alzette. Si en lo deportivo eran días de altos vuelos, en lo económico y social eran tiempos de altos hornos. Con una memoria que llega hasta el siglo XII, la Esch medieval distaba mucho de la que florecería con la revolución industrial, a mediados del XIX, precisamente cuando se aseguraba la independencia del pequeño país y su monarquía.

La explotación de las minas de hierro, que cambiaría la cara a todo el Estado, hizo de la ciudad sureña, próxima a la frontera francesa, un centro siderúrgico boyante que vio multiplicada su población: del apenas millar de habitantes de 1827, a los casi 30.000 de un siglo después. Impulsada por la máquina de vapor, el flujo de gente y materiales de una Europa que ensayaba la globalización hizo de Esch la ‘Metrópolis del Hierro’.

Aunque la crisis del acero de principios de la década de 1970 debilitó a la industria (los servicios financieros ocuparían su lugar) y apagó el esplendor obrero de Esch, el Jeunesse siguió mandando sobre el césped hasta el cambio de siglo. El Dudelange cogió entonces el testigo, hasta emular al viejo campeón para codearse con clubes del prestigio del Milan o el Sevilla (eso sí, en la Europa League).

FÚTBOL MODERNO EN EL DECANO

La historia del Fola es particular, empezando por su curioso nombre, que se debe a la contracción entre ‘football’ y ‘lawn tennis’, herencia del espíritu polideportivo de los albores del deporte moderno en Reino Unido. Su fundador, de hecho, ejercía como profesor de inglés. Se llamaba Jean Roeder y en 1906 hizo del Fola el primer club que veía la luz en el país. Al Jeunesse le llegó el turno en 1907. 

Al Fola, no le fue mal en los inicios. Acumuló la mayoría de sus trofeos hasta su descenso a mediados de los 50, precisamente cuando su rival local se medía a equipos como el Real Madrid. Tal fue el bajón, que incluso se llegó a señalar como una opción lógica su disolución dentro del Jeunesse. Pero resistió. Y con él, aguardó latente un derbi que desde la década de 2010 ha alcanzado una nueva dimensión. Todo resurgió cuando el dinero empezó a fluir en las cuentas del Fola.

Uno de los hijos más notables de Esch es Gérard López, un perfil clave en uno de los fenómenos más característicos (y delicados) del fútbol moderno: la multipropiedad de clubes. De origen gallego, este empresario de 50 años tiene conexiones en el deporte. Posee o ha poseído clubes como el Boavista portugués, el Lille y el Girondins franceses o el Mouscron belga. Y no se ha olvidado de ‘su’ Fola, el club en el que incluso hizo sus pinitos sobre el césped. Tras su llegada en 2007, López no solo devolvió al decano a la máxima categoría, sino que le ha ayudado a ganar tres títulos de liga con los que ha probado su acero en Europa. Aunque el Jeunesse siempre podrá decir que no hay Puskás ni Di Stéfanos en la Conference League.  

 FOLA-JEUNESSE

ESCH-SUR-ALZETTE

56°27’N 2°58’O

 Población

36.000 habitantes

País

Luxemburgo

Distancia entre estadios

1,7 km: del Stade Émile Mayrisch (aforo, 7.826)al Stade de la Frontière (aforo, 8.200)

Hat-trick deconsejos

 CÓMO LLEGAR

Hay vuelos directos desde Madrid y Barcelona al aeropuerto de Luxemburgo, que está situado a unos 25 minutos en coche de Esch-sur-Alzette. Si no tienes prisa, las 12 horas de tren rumbo al norte pueden ser hasta una bonita experiencia.

 QUÉ VISITAR

La ciudad es Capital Europea de la Cultura en 2022, pero en su identidad pesa aún la industria. Para comprender por qué, visita los altos hornos de Belval, un monumento de metal de 40 metros de altura que también ofrece unas buenas vistas.

 DÓNDE SALIR

Para música en vivo, el Rockhal, una sala de conciertos con una buena (e intensiva) programación. Fíjate antes de entrar: el contraste estético con la vieja zona siderúrgica es muy llamativo. Luxemburgo no es Ibiza, pero lo pasaréis bien.

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MAÑANA, 24.04.2022 (16:00 h)