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El Villarreal celebró ayer su centenario en uno de los mejores momentos deportivos e institucionales de su historia

El club 'groguet' cumple 100 años consolidado como uno de los grandes clubes de la élite española

El Villarreal cuando fue campeón

El Villarreal cuando fue campeón / EFE

Adrià Soldevila

Adrià Soldevila

Aunque no lo parezca porque nos hemos acostumbrado a verle disputando competiciones europeas, el Villarreal CF ha pasado el 67% de su vida en categorías no profesionales del fútbol español. Pese a haberse convertido ya en un club asentado en la élite, el ‘Submarino Amarillo’ no se estabilizó en Primera División hasta principios de los años 2000. Es decir, hace muy poco tiempo si lo comparamos con la historia deportiva de sus competidores en la lucha por los puestos europeos.

La Real Sociedad ha estado siempre a caballo entre Primera y Segunda y el Betis, excluyendo un período de siete años en Tercera, también ha participado siempre en categorías profesionales. El Villarreal es un equipo relativamente nuevo en la élite del deporte español. Pero entró como un elefante en una cacharrería y nada ni nadie le ha conseguido empujar de nuevo hacia la oscuridad y la intrascendencia.

Ayer se cumplieron 100 años desde que un grupo de jóvenes de la localidad castellonense de Vila-real decidieran fundar un club de fútbol. En aquel entonces, el fútbol todavía era un deporte incipiente en España, pero en la Comunidad Valenciana ya existían más de una decena de clubes que venían compitiendo desde la primera década del siglo XX: el Levante, el Burjassot, el Gimnástico (fusionado con el Levante en 1939), el Alicante, el Valencia, el Acero, el Burriana, el Eldense, el Buñol, el Villena (desaparecido en 1970) y el Castellón.

El 10 de marzo de 1923 se añadió a esta lista el Club Deportivo Villarreal, que empezaría a disputar amistosos y torneos regionales en un campo situado en los terrenos de El Madrigal, una de las cinco partidas municipales en las que está dividida la ciudad de Vila-real. En 100 años, el Villarreal nunca se ha movido de aquellos terrenos, alquilados en sus inicios por el mismo presidente del club, José Calduch, y adquiridos por el Ayuntamiento en 1942.

La vida antes de Román

Cuando pensamos en el Villarreal, irremediablemente nos viene a la cabeza el buen fútbol, el respeto por el juego ofensivo, la Europa League levantada hace dos temporadas y, sobre todo, aquel penalti fallado por Juan Román Riquelme en la vuelta de las semifinales de la Champions League ante el Arsenal, que acabaría siendo el rival del Barça en la final de París de 2006 y en la que acabaría anotando el gol decisivo un futbolista brasileño que había hecho el trayecto inverso, del Villarreal al Barcelona: Juliano Haus Belletti.

Román lo fue todo durante tres temporadas y media en el Villarreal. Dejó una huella imborrable tras su paso etéreo por el Barça y ayudó a la consolidación del club en la parte alta de la tabla, pero antes de su impacto internacional, el Villarreal pasó buena parte de su vida vagando por los lugares recónditos del fútbol valenciano, además de sufrir disoluciones, cambios de nombre y fusiones durante la primera mitad del siglo XX.

De hecho, el CD Villarreal desapareció en 1942 tras varios años de penurias económicas y deportivas y fue refundado bajo la denominación de Club Atlético Foghetecaz, un nombre que llevaba las iniciales de sus fundadores: Font, Gil, Herrero, Teuler, Catalá y Zaragoza. En 1946 se añadió el término Villarreal y, definitivamente, en 1954 el club ya adquirió el nombre de Villarreal Club de Fútbol, una entidad que seguía disputando sus partidos en las categorías regionales valencianas hasta su ascenso a Tercera División en 1956.

No fue hasta la compra del club por parte de Fernando Roig, con el equipo afincado en Segunda, que el Villarreal no dio el salto definitivo. Fueron seis años en Segunda División, de 1992 a 1998, pero la espera valió la pena.

En verano de 1997, uno de los propietarios de la cadena de supermercados Mercadona adquirió el club por 72 millones de pesetas (432.000 euros), auspiciado por el gerente José Manuel Llaneza, alma mater de la entidad ‘grogueta’ durante décadas y fallecido el pasado mes de octubre. Con la llegada de Roig, el club iniciaría una escalada imparable que tuvo su primer punto culminante 12 meses después del cambio de manos. El ascenso a Primera División era una realidad tras 75 años de historia.

No teníamos el objetivo ni la obligación de subir. No se me dijo nunca. Había un proyecto, se hablaba de uno a tres años para poder subir porque no había estructura, pero nos juntamos un grupo extraordinario de veteranos y jóvenes que dimos la sorpresa”, explica a Sport Dossier un emocionado Andrés Palop, el portero del ascenso.

Palop estuvo dos años en el Villarreal, cedido por el Valencia, pero fueron dos temporadas en las que el guardameta de L’Alcúdia pudo darse cuenta del intenso trabajo de Fernando Roig y de un club que caminaba firme en dirección a convertirse en un grande del fútbol español.

“Cuando subimos, lo primero que hicimos fue la reforma del estadio y la construcción de un campo de entrenamiento. Empezamos a notar que el club crecía. Fernando Roig supo qué camino debía tomar para ir creciendo. Es un empresario importante que todo lo que toca se convierte en algo top. Esta mentalidad ha hecho que el Villarreal esté donde esté, siendo uno de los más valorados del fútbol español”, comenta el exportero.

Aquellos maravillosos días

El crecimiento del Villarreal tuvo su punto culminante en Gdansk con la consecución de la Europa League en la temporada 2020-21. La ciudad polaca será recordada por los aficionados ‘groguets’ por haber sido el escenario del primer gran título europeo de un club que sigue sin conformarse.

Siempre ha querido más y seguirá luchando por cotas superiores. Pero aquella final ante el Manchester United, con Unai Emery en el banquillo, se señala hoy como el gran hito de la historia del Villarreal. Y lo fue con mucho sufrimiento, de la misma manera que el ‘Submarino Amarillo’ cayó en las semifinales de la Champions 05-06.

Al Villarreal no le van los retos fáciles. De hecho, en las ‘semis’ de la Europa League 20-21 se topó otra vez con el Arsenal, el mismo rival de aquel doloroso KO de 2006 en El Madrigal. Pero esta vez venció a los fantasmas del pasado y se coló en la final de Polonia, que el United llevaría hasta la prórroga y los penaltis tras un primer gol del catalán Gerard Moreno. Pero incluso en los penaltis hubo tensión. Lanzaron todos. Los once jugadores. Y sí, también los porteros. El que falló fue David de Gea y el Villarreal conquistó Europa 15 años después del duro revés en la Liga de Campeones.

Aquel golpe dolió por el cómo, por el penalti fallado por Román en el tiempo de descuento, pero nadie en Villarreal tiene un mal recuerdo de aquellos días. Las semifinales de la Champions, aquel camino que pudieron disfrutar los casi 20.000 abonados, fue un regalo para el fútbol y para la pequeña ciudad castellonense, que nunca en la vida había imaginado –ni soñado– que vería a su equipo a un partido de clasificarse para la final de la competición más importante del mundo. Un hecho que volvió a ocurrir, por cierto, el año pasado. El fútbol es increíble.