‘Addio’ San Siro

Milan e Inter acordaron marcharse del histórico estadio milanés y construir un recinto más pequeño y moderno

Los dos grandes de la ciudad dejarán atrás un estadio que cumplirá 100 años en 2026

San Siro ha sido escenario de históricos derbis de Milán.

San Siro ha sido escenario de históricos derbis de Milán. / MICHAEL STEELE-GETTY IMAGES

Adrià Soldevila

Adrià Soldevila

Es pronunciar el nombre de San Siro e ipso facto llenarse la cabeza de recuerdos. El Milan de los holandeses, el Inter de Mourinho, el gol de Giuly en las semifinales de la Champions League en una exhibición sin precedentes de Ronaldinho, la chocante explosión de Adriano Leite –el ‘nuevo Ronaldo’ que nunca se consolidó– o la bochornosa lluvia de bengalas en un Milan-Inter de 2005 que dejó esa icónica fotografía de Marco Materazzi apoyado en el hombro de Rui Costa, en los cuartos de final de la Liga de Campeones, entre muchas otras vivencias. Estaríamos horas rememorando escenas del mítico estadio milanés, uno de los más emblemáticos del fútbol mundial por sus impactantes dimensiones, su capacidad, su abrupta arquitectura y por haber acogido decenas de partidos y goles históricos en sus casi 100 años de vida, en los que ha sufrido profundas remodelaciones. El San Siro de hoy no se parece en nada al estadio inaugurado en 1926, como tampoco al que se reformó en 1955. Desde 1990, justo para el Mundial de Italia, San Siro sí que es el mismo estadio. Esa enorme caja de cerillas flanqueada por ocho torres y con una cubierta sujetada por unas gigantescas bigas rojas. Inconfundible.

El estadio, sin embargo, no superará el centenario. Justo en esas fechas, a finales de 2026 y tras los Juegos Olímpicos de Invierno, San Siro será derribado. Ya no hay marcha atrás, el Milan y el Inter se mudarán unos metros hacia el oeste de la ciudad, en el mismo barrio, y a un estadio que no se parecerá en nada al actual. “Nos da mucha pena, porque son muchos años y muchas vivencias. Aquí hemos pasado los mejores años de nuestras vidas”, dice Giorgio a Sport Dossier mientras señala la fachada de un estadio que tiene fecha de caducidad. Son las seis de la tarde de un lunes y por los alrededores de San Siro no circula casi nadie. En media hora el Milan recibe al Spezia en partido de Serie A, pero en un recinto de 80.000 espectadores solamente pueden entrar 5.000 aficionados. Normativa COVID impuesta por el Gobierno de la República. San Siro da pena con esa entrada. “Seremos pocos, pero en los últimos años ya no venimos como antes. No se llena”, explica afligido Giorgio, un incansable abonado ‘rossonero’ de 43 años. Lo cierto es que el estadio únicamente cuelga el cartel de “no hay billetes” en el Derby della Madonnina, en algunas –no todas– las visitas de la Juventus y en los grandes partidos de Champions League, algo que no sucede desde que el Milan recibiera al Barça en los cuartos de final de 2012. Ni siquiera ahora, con los dos equipos de Milán en la primera y segunda posición de la Serie A tras prácticamente una década sin títulos, San Siro abre el tercer anillo, que permanece cerrado en la gran mayoría de encuentros oficiales por falta de asistencia.

El maravilloso Giuseppe Meazza se está haciendo viejo y sus dos grandes clubes lo saben. Por ello se han puesto de acuerdo para marcharse, de la mano, a La Cattedrale, un nuevo estadio que se inaugurará en 2027 y que también será compartido por ambas entidades. Incluso se han comprometido a pagarlo a medias para tenerlo en propiedad, una novedad respecto al actual San Siro, que pertenece al Comune de Milán. “La construcción del nuevo estadio correrá a cargo de Inter y Milan, que después pagarán un canon al Ayuntamiento por los derechos de superficie”, cuentan a Sport Dossier fuentes del club ‘nerazzurro’. Interistas y milanistas se deberán repartir los casi 1.200 millones que costará la nueva obra. Como sucede con el Espai Barça, los clubes también se han comprometido con la administración pública a urbanizar el entorno y a integrar el estadio dentro del barrio de San Siro, sin barreras arquitectónicas, para que todo el que quiera pueda gozar de servicios de ocio y gastronomía los 365 días del año. Adaptación a los nuevos tiempos y ‘disneyización’, tal y como defiende el periodista y profesor de marketing deportivo de la UVic-UCC, Xavier Ginesta. Convertir el fútbol en una experiencia integral, como sucede en las grandes ligas de Estados Unidos.

“El objetivo del Inter y el Milan es tener un recinto más moderno, atractivo y seguro”, comentan desde el Inter. Moderno, lo será. Seguro, más que el actual, que tiene casi un siglo. Atractivo, ¿más que San Siro? “Imposible, San Siro es precioso y tiene una atmósfera irrepetible”, insiste Giorgio, al que le apena pensar en la demolición. “No entiendo que no hayan pensado en modernizarlo, en adaptarlo a los nuevos tiempos. Seguro que si nos preguntan, votamos quedarnos”. Pero ni ‘Rossoneri’ ni ‘Nerazzurri’ son clubes de sus socios. Deciden sus propietarios que, pese a las quejas de Giorgio, sí que han estudiado una cuarta remodelación del actual San Siro, aunque no la han considerado viable. “En estos años se ha realizado un profundo análisis bajo la hipótesis de remodelar el Meazza, pero las conclusiones nos dicen que sería imposible satisfacer los estándares de aforo, accesibilidad y sostenibilidad”, comentan las fuentes del club interista. Con una reforma, se haría difícil que convivieran la actividad deportiva con las obras, “con indudables situaciones críticas de seguridad”. Además, los clubes hacen mucho hincapié en que no es tan fácil encontrar un estadio para que Milan e Inter disputen sus partidos durante las obras sin molestar a los equipos vecinos. El más próximo es el Atleti Azzurri d’Italia de Bérgamo, a 50 kilómetros de Milán, donde juega sus partidos la Atalanta. Si ya es complicado mantener el césped en buen estado en el norte de Italia –sobre todo en invierno–, con uno o dos partidos por semana, solo les falta a los bergamascos albergar también los encuentros oficiales de sus vecinos. Han preferido ni proponérselo.

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Menos afición, menos asientos

San Siro ya no se llena como antes. En las mejores épocas del Milan y el Inter, sobre todo en las décadas de los 90 y los 2000, el estadio era una olla a presión. Las curvas Sud (Milan) y Nord (Inter) empujaban a todo el estadio a cantar y gritar. El ambiente era irrespirable para los rivales. 80.000 personas al unísono animando a dos equipos agresivos, de carácter y con un buen puñado de estrellas defendiendo sus escudos: Zanetti, Maldini, Simeone, Baresi, Ronaldo, Inzaghi, Baggio, Pirlo, Verón, Seedorf, Adriano, Kaká, Ibrahimovic, Gullit, Zamorano, Shevchenko…. Ahora esa clase de líderes han desaparecido. El Inter levantó el Scudetto once años después del último gran título –con Mourinho en el banquillo– y el Milan cumple este 2021 una década sin conseguir la liga italiana.

Ambas entidades son conscientes de que no es necesario disponer de un estadio tan grande. Una reflexión muy diferente a la del Barça, que quiere un estadio de 120.000 espectadores pese a haber descendido radicalmente la media de afluencia. “Solo en los grandes partidos agotamos las entradas”, comentan las fuentes del Inter. Precisamente, uno de los puntos más importantes del proyecto es el aforo, que se reducirá hasta los 50.000 asientos. “En los últimos diez años, la media ha bajado a unos 47.300 espectadores, dejando vacíos amplios sectores del estadio”, reza el texto emitido por ambos clubes milaneses a finales de 2021, momento en el que se tomó la decisión definitiva de abandonar el mítico San Siro.