Educación y redes sociales

TikTok alimenta el discurso de la extrema derecha entre los jóvenes

Los constantes mensajes machistas, homófobos y racistas en la red social china escapan, a menudo, del control paternal

El logo de TikTok en un teléfono móvil.

El logo de TikTok en un teléfono móvil. / EP

Jordi Rovira

TikTok

 es alguna cosa más que un frenesí de vídeos de jóvenes bailando o cantando y de memes divertidos. También es 

machismo, homofobia y racismo

. La extrema derecha ha encontrado en las 

redes sociales

un lugar donde expandir su agenda reaccionaria. Y en TikTok en particular. Es un fenómeno global, que va desde el sionismo israelí hasta los seguidores de Jair Bolsonaro en Brasil. Porque ante la inofensiva apariencia de sus fondos musicales y sus efectos de sonido y visuales se esconden mensajes preocupantes que consume una juventud inmersa en una ola conservadora, tal como demuestra la encuesta publicada este miércoles, según la cual una cuarta parte de los neerlandeses nacidos después de 1980 creen que el Holocausto fue un mito o que se exagera mucho el número de sus víctimas.

En los últimos años, se ha acusado a TikTok -una de las redes sociales con más usuarios y más utilizadas en los últimos años- de alimentar el discurso del odio. La popular aplicación, creada en 2016 y propiedad del gigante tecnológico chino ByteDance, está en el centro del huracán en pleno debate por el aumento de jóvenes reaccionarios en todo el mundo. 

España no es una excepción. De los casi 218.000 votos que 

Vox

 cosechó en las últimas elecciones catalanas, un 20% eran de jóvenes –la mayoría hombres– entre 18 y 29 años. En España, hay indicadores que muestran cómo los discursos antifeministas están calando en las aulas. El Barómetro de Infancia y Adolescencia de Unicef, presentado esta semana en Madrid, apuntaba que la preocupación de chicos y chicas por la violencia machista cae 14 puntos en dos años, evidenciando que los menores parecen no dar relevancia social al machismo, que sigue siendo un problema gigante de la sociedad.

En 2021, el Barómetro sobre Juventud y Género del Centro Reina Sofía advertía de que uno de cada cinco jóvenes de entre 14 y 29 años negaba la violencia de género. Y el Consell de l’Audiovisual de Catalunya (CAC) lleva tiempo alertando del papel de TikTok en la normalización de la violencia machista

, con la proliferación de contenidos con insultos o vejaciones a mujeres. Hay numerosos ejemplos. Hace apenas unos días, se viralizó un directo de TikTok en que un hombre abofeteaba a su novia mientras ella hablaba con tres jóvenes 'tiktokers' y más de mil espectadores presenciaban la conversación. Sin olvidar el vídeo del influencer Naim Darrechi en el que afirmaba, sin pudor alguno, que cuando tenía sexo, algunas veces se quitaba el preservativo sin avisar a la otra persona. O el vídeo grabado en la discoteca Waka de Sabadell, con una menor realizando una felación, que semanas atrás se viralizó en TikTok y llegó a centenares de usuarios, incluyendo niños y adolescentes

Un público, el más joven, que se entretiene con la aplicación, pero que también va más allá. El año pasado, una encuesta de la consultora Pew Research indicó que un tercio de los adolescentes norteamericanos entre 13 y 17 años ya la usan como fuente informativa. El problema es que las redes permiten que mensajes de grupos minoritarios tengan un altavoz desproporcionado, distorsionando así la realidad. 

Y ello ocurre, a menudo, lejos del control parental. A los adultos les cuesta entender las reglas y dinámicas de un entorno virtual que desconocen. Si Facebook es la red social de los mayores de 55 años y Twitter e Instagram de los que tienen entre 25 y 40 años, aproximadamente, la popular red social de vídeos musicales cortos triunfa entre los menores de 25 años. Y ahí, en ese mundo, sus padres no están.

Mensajes de consumo fácil

Por todo ello, y ante el ciclo electoral próximo –este año en España se renuevan todos los gobiernos municipales, muchos autonómicos y el central–, preocupa la estrategia digital de la extrema derecha. Sobre todo porque Vox se ha introducido con éxito en las redes. Dos años atrás, Andrea Castro Martínez y Pablo Díaz Morilla, profesores de la Universidad de Málaga, publicaron 'La comunicación política de la derecha radical en redes sociales. De Instagram a TikTok y Gab, la estrategia digital de Vox', un estudio donde analizaban el uso de las redes sociales de la formación de Santiago Abascal. En aquel momento Vox no tenía mucho contenido en TikTok, pero detectaron que los pocos vídeos colgados registraban un gran éxito de seguimiento y de interacciones. 

"Vox fue muy inteligente con el movimiento de la creación de la cuenta de TikTok relativamente pronto, pues es una red social enfocada mayoritariamente a un target joven”, afirma Díaz-Morilla. Desde entonces, la formación ultraderechista no han dejado de afianzarse en la red social china. Su cuenta está en torno a los 100.000 seguidores y hay contenido que ni siquiera se muestra como anclado, con más de un millón de visitas. A distancia le siguen el PP, con 27.000 seguidores, y el PSOE, con 4.000. ¿Y cuál es el secreto del éxito de Vox? "Han conseguido adaptar un mensaje simple para una red simple, sencilla y de consumo fácil e inmediato", asegura este experto. Les pasa por delante, sin embargo, Podemos, que suma más de 300.000 seguidores.

"La derecha radical –explica Castro-Martínez– adapta sus contenidos de forma efectiva al lenguaje propio y a los códigos de las redes y del público más jóvenes, con mensajes cortos, efectistas, efectivos, en muchas ocasiones manipulados, y visualmente muy atractivos, que logran captar su atención y difundirse de manera rápida". "La han usado también en sus secciones regionales para atraer seguidores en casos como los de las elecciones andaluzas", añade.

Sin debate

Y todo ello, sin necesidad de debatir. "TikTok es una red divertida, superficial, de consumo rápido, donde apenas se piensa y no se fomenta el debate ni la crítica, si no es en formato humorístico, lo que la hace muy apropiada para el 'politainment '(la política como espectáculo). De este modo, los usuarios consumen contenido político sin pretenderlo, con vídeos poco sesudos, pero a través de los cuales el mensaje populista y de extrema derecha cala, ya que no se puede rebatir su argumentario de forma tan simplista, máxime cuando los usuarios no consumen ese otro contenido que pone de manifiesto las falsedades del primero", argumenta Castro-Martínez. "Además, –advierte– sus detractores potencian su viralidad compartiendo los contenidos para criticarlos, provocando un aumento de su visibilidad sin pretenderlo".