'Lucho', contra viento y marea

Luis Enrique descarta una revolución

Luis Enrique descarta una revolución / AFP

Dídac Peyret

Dídac Peyret

"Me considero gijonés, asturiano, español.. y también catalán. Lo que no haré es hablar de nada de política. Se escuchan tantas cosas... pero no me gusta la mala intención. Es mentira lo que se ha dicho que yo dije".

Más de 30 minutos tardó Luis Enrique en mostrar su cara más visceral durante su presentación como seleccionador. Ocurrió cuando le recordaron unas supuestas declaraciones suyas sobre el derecho a decidir en el proceso catalán. Ahí le cambió el gesto y se le agotó la diplomacia.

Del apuro (su pasado culé y su relación con Catalunya estuvieron muy presentes en la rueda de prensa) salió defendiéndose sin concesiones y subrayando un perfil reconocible. 

El mismo entrenador terrenal -no le gusta mitificar su figura ni ensimismarse en la nostalgia- y pasional que tan bien conocen en Barcelona. Un tipo que dice las cosas directas. Sin filtro. De adhesiones y antipatías. 

-¿Es usted antimadridista?- le preguntaron.

"Sé lo que significa entrenar a alto nivel, a veces acertada y otras erróneas. No soy anti nada y es un orgullo para mí representar el fútbol español. Con la edad que tengo pocas cosas hay para ser anti", respondió. 

Fue el Luis Enrique de siempre. Sobre todo el de los comienzos. Su versión más entusiatsa. Cuando exhibe energía en la puesta en escena y contesta las preguntas menos agradecidas con una ironía que, con el paso de los meses, se vuelve más lacónica con los periodistas. 

"Hay mucha expectación sobre cómo será mi relación con la prensa. Soy bastante cerano; intento ser el más profesional, no el más simpático. Pero mis amigos dicen que soy simpático fiera de cámara. Pero yo separaría mi relación con la gente y con la prensa", señaló. 

En su primer día como seleccionador, flanqueado por Molina y Rubiales, el asturiano se aplicó en un discurso abierto. Sensible con las distintas corrientes que rodean al conjunto español y con una palabra muy repetida, "evolución".

Luis Enrique lanzó un mensaje parecido al de cuando llegó al Barcelona. "No habrá revolución, pero hay cosas a mejorar y habrá cambios. Viví una situación parecida cuando cogimos el Barça. La idea es evolucionar. Hay cambio generacional. Hay que valorar lo que hay que hacer para ser competitivos en dos años".

El punto de partido es el legado de Aragonés. Pero el fútbol -dijo- es evolución continua. Eso sí, ironizó con la furia, un concepto eternamente ligado al estilo de la selección.

"España encontró con Luis Aragonés lo que somos de verdad. Somos pícaros, pillos, talentosos y no muy fuertes físicamente. Como jugador, me acuerdo que cuando salíamos contra Alemania medían tres metros y ahí la furia..".

Su objetivo es profundizar en el estilo y acercar en la medida de lo posible la metodología que ha aplicado en los clubs, a pesar de disponer de menos tiempo. 

"Vamos a seguir con el estilo, reforzarlo. Hay que mejora presión tras pérdida, hay que ser mas profundos. Defender mejor. Nada que no hayan intentado Julen o Hierro ants. La selección debería parecerse a un equipo, aunque sé que es difícil porque solo lo tengo una semana, pero será una semana intensa".

Luis Enrique no quiso entrar mucho en nombres propios, pero aseguró que habrá sorpresas en la próxima convocatoria y que trabaja con 70 nombres. "Tengo ganas de mi primera lista, no me fijaré en quién estuvo en Rusia y quien no. Habrá sorpresas seguro". 

Una primera convocatoria en la que no debería estar Piqué (el propio jugador aseguró que cerraba su etapa con la selección tras el Mundial), aunque el asturiano se mostró prudente.

"No he hablado con él, pero no significa que no lo puedo hacer. A mí me gustaría tener la posibiidad de contar con todos. Pero hay que estudiar cada caso particular. Lo que también es evidente es que hay que respetar el sentimiento de cada jugador. Lo valoraremos". 

Más tajante fue cuando le preguntaron por Jordi Alba, un jugador que reconoció que no lo pasó bien en la última temporada del técnico en el Barça. "No he tenido ningún problema con ningún jugador, a partir de ahí no tengo nada más que decir". 

Fue el Lucho de siempre; directo, irónico, sin concesiones a la gradería. Que no se casa con nadie y convencido de sus posibilidades. No le resultará sencillo en un entorno feroz y una selección a la que siempre le acompaña el ruido. De momento le quita hierro al asunto. "Me iría a comer con cada uno de los periodistas si me invitan a un restaurante caro".