Historia SPORT

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El día que la Philippe-Chatrier perdió las formas... ¡y Nadal lo vivió con 18 años!

Imágenes del 29 de mayo del año 2000 en Roland Garros

Imágenes del 29 de mayo del año 2000 en Roland Garros / EFE/AFP.

David Boti

David Boti

En el año 2005 por estas fechas, Rafa Nadal ya estaba escribiendo las primeras líneas de su inacabable historia de éxitos en <strong>Roland Garros</strong>. El español había ganado ya sus tres primeros partidos sobre la tierra batida de París en su debut en el segundo Grand Slam del calendario. Primero venció al alemán Lars Burgsmuller, después derrotó al belga Xavier Malisse y, en tercera ronda, hizo lo propio ante el que muchos apuntaban como rival de época, el francés Richard Gasquet. Tres triunfos y todos por la vía rápida sin dejar escapar un solo set.

Pero, tal día como hoy hace 15 años, Nadal pisaba el polvo de ladrillo de la Philippe Chatrier para enfrentarse a Sébastien Grosjean sin saber que viviría, unas horas después, uno de los momentos más surrealistas de toda su carrera profesional con solo 18 años, justo en el escenario que le convirtió en inigualable sobre este tipo de superficies.

A priori, el también tenista galo situado entre las 30 mejores raquetas del planeta iba a ser un hueso duro de roer en su camino. Lo que no esperaba Rafa es que convirtiese la central parisina en una olla a presión. Todo transcurría con normalidad. Un set arriba para el español y la sensación de tener controlado el partido, pero en el último punto del primer juego de la segunda manga, Grosjean reclamó una pelota que el juez de silla se negó a mirar y allí estallaron las gradas de la Philippe Chatrier.

LA POLÉMICA DE UNA PELOTA

Nadal había pegado una derecha al fondo de la pista, el veterano francés siguió jugando y en el golpe siguiente el manacorí ganó el punto con un ‘winner’ que, además, suponía el ‘break’ y el 1-0 a su favor en el segundo parcial. Sébastien se quedó mirando, entonces, el bote de la pelota y se negó a jugar hasta que el árbitro, el alemán Damian Steiner, bajase a ver la marca.

El duelo estuvo parado cerca de ocho minutos. Rafa, por su parte, se refugió en su banquillo para aislarse, aunque acabó convirtiéndose en protagonista secundario de aquella bochornosa situación que acababa de crear el galo. "Yo no creo que Grosjean reclamara con la intención de armar un escándalo parecido pero luego no hizo nada para pararlo", expresaba Carlos Costa, representante de Nadal, que había vivido el partido desde su 'box' junto a Toni Nadal.

Las 15.000 personas que abarrotaron la central para ver a su jugador ante un joven español del que ya se habían visto las primeras pinceladas del genio que podía llegar a ser empezaron a silbar al árbitro de forma continuada. Tuvo que aparecer su jefe, el alemán Norman Peick, en la pista para apaciguar los ánimos. Charló un par de minutos con Steiner y se marchó pero los decibelios continuaron aumentando.

"LE DIJE AL ÁRBITRO QUE NOS LLEVARA AL VESTUARIO"

"El público no se comportó de forma correcta. Jamás viví una situación así en España, ni en otros torneos ni en la Copa Davis. Tampoco la vi en televisión. El árbitro tenía razón, la pelota era buena y su actitud fue la correcta", recordó Nadal tras el choque. Incluso pensó en retirarse a los vestuarios de forma temporal. "Le dije al árbitro que aquello no podía ser y que nos llevara al vestuario si la cosa seguía de esa manera, hasta que todo se calmara".

Tras la reanudación, cada vez que Steiner cantaba el marcador, los abucheos aparecían. Nadal se vio afectado por el escándalo general y perdió su primer set en el torneo. Luego conseguiría volver a desequilibrar el marcador a su favor y cerrar el triunfo, eso sí, al día siguiente tras el parón obligado por la lluvia (6-4, 3-6, 6-0 y 6-3). Era su cuarto triunfo en su primera participación y todavía ni se podía imaginar que, unos días después, estaría levantando su primer título de Roland Garros. Solo el primero.