Nadal agranda su leyenda con su undécimo Roland Garros

Roger Payró

Rafa Nadal no tiene límites. Cada año se supera y esta vez agrandó aún más su leyenda al conseguir su undécimo título de Roland Garros. Dominic Thiem no lo puso nada fácil pero el balear se deshizo del austríaco por 6-4, 6-3 y 6-3 en 2 horas y 44 minutos de encuentro.

La primera manga estuvo muy igualada. Rafa empezó como un tiro y sumó seis puntos consecutivos, lo que a la postre le ayudaría a romper el primer servicio de Thiem. El austríaco era consciente de que no se le puede regalar nada al balear y menos aún en Roland Garros, así que se puso el mono de trabajo y le hizo un contrabreak para igualar la contienda. Cuando parecía que el partido se encaminaba hacia el tie break, Thiem se desconectó del encuentro y lo pagó muy caro, pues cedió su servicio en el juego clave con 5-4 para Nadal y el número uno no lo desaprovechó y colocó el 6-4 en el primer set.

Thiem estaba jugando a buen nivel pero este momento le marcó para el resto del partido. El austríaco llevaba un 45% de primeros saques y ese porcentaje tampoco ayudaba si tenía la intención de ganar al mejor de todos los tiempos en tierra batida. La segunda manga empezó con un break de Nadal en un disputadísimo segundo juego, con un Dominic que todavía tenía en mente los errores en el final del primer set. Rafa mantuvo su servicio, salvando un 0-30 con 4-2 en el marcador, y se llevó también la segunda manga sin demasiados problemas por 6-3.

susto en el tercer set

El tercer y definitivo set empezó con un Nadal que buscaba cerrar el partido por la vía rápida. Thiem sacó su orgullo y gracias a sus mejores golpes consiguió salvar un 0-40 en contra en el primer juego de la manga. Parecía que eso reforzaría al austríaco pero en su siguiente servicio, Nadal consiguió otra rotura que ya encarriló el partido definitivamente. Dio el susto el tenista de Manacor cuando tuvo que parar el duelo porque se le enrampó la mano, pero finalmente pudo continuar sin problemas.

Thiem ya se desesperaba porque veía como estaba jugando un partido más que digno pero era imposible romper la entereza con la que estaba golpeando las bolas Nadal. Le costó cerrar el encuentro al balear, que con 5-2 y 40-0 vio como el austríaco no se lo puso nada fácil. Al final, en la quinta pelota de partido que dispuso, cerró el duelo con el definitivo 6-4, 6-3 y 6-2 y morder así por undécima vez la Copa de los Mosqueteros.