Zidane, sin red en el Bernabéu

Zidane, prueba de fuego ante el Valladolid

Zidane, prueba de fuego ante el Valladolid / EFE

Alejandro Alcázar

El Real Madrid se estrena en la temporada y en la Liga en el Bernabéu con la ansiedad de saber si ante el Valladolid lo de Vigo fue producto de un buen día después de muchos malos. Un comienzo ilusionante que precisa confirmar ante su afición, esa que abandonó al equipo la temporada pasada hastiada de tanto desatino y dejadez de muchas de sus estrellas.

Zidane está volcado en recuperar la ambición extraviada de una tropa de egos a los que se les olvidó competir. En su diván atiende uno a uno de las lesiones anímicas que arrastran y que no consiguió curar en el final de la temporada pasada. Cuando llegó, el tren había arrollado a un vestuario que había dejado de creer.

Su presencia sólo sirvió para prolongar el bostezo por mucho que los animara a recuperar su esencia o les amenazara a no contar con ellos. Pero mantiene el mismo bloque titular con el que ganó once títulos en dos años y medio, sin Cristiano pero con Hazard... y Bale. 

Reemplazar a Modric

Zidane es de los que mete el pie en el surco cuando un once responde. Si por él fuera, ante los de Pucela repetiría menú salvo Carvajal por Odriozola, que la pifió en Balaídos. Pero se le ha caído Modric por una sanción del nuevo enjuiciamiento arbitral, que algo tienen que hacer para salir en la foto más allá del VAR. Zidane tendrá que buscar relevo al croata para lo que tiene tres opciones: Isco, Valverde o Lucas Vázquez. 

Es improbable que dé vidilla a James Rodríguez, al que piropea scon la boca pequeña quizá esperanzado con que se vaya. El colombiano tendrá que esperar pese a que Hazard, Brahim y Asensio están lesionados. Zizou es fiel a esos soldados que dieron la cara por él en el pasado o en jugadores en los que cree como Valverde. James sigue arrastrando la mochila del pasado, aunque va aligerando peso.

Nerviosismo

El Valladolid aparece amenazante tras ganar al Betis en el Villamarín en la primera jornada. Sergio González conoce el paño como jugador y entrenador cuando se visita territorio blanco.

Sabe que los madridistas destrozan a los rivales cuando huelen el miedo en el rival. “Debemos tener el descaro de ir a por su portería para que ellos también vean que tienen que correr hacia atrás, que se pongan nerviosos”. Quiere crear las dudas para trasladar ese nerviosismo a la grada, y que sobrevuelen viejos fantasmas. 

Este Madrid camina todavía en el alambre y sin red. El margen de confianza obtenido en Vigo es exiguo para un equipo que lleva tiempo sin saber lo que quiere. Sergio lo sabe, afirma que cruzarse tan pronto es bueno porque pueden faltarle conexión. Esa de lo que adoleció el curso pasado y que no suplantó con individualidades salvo en contadas ocasiones.

Eso sí, se equivoca cuando dice que le pueden faltar mecanismos, porque el entrenador y el once blanco se conocen, como quien dice, desde que eran pequeños.