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REAL MADRID

Xabi entierra la meritocracia y se pliega a las jerarquías

Como entrenador táctico ilusionó al madridismo haciendo pensar que jugarían los que más y mejor rindiesen en sus esquemas, pero fue solo un espejismo

Xabi Alonso: "La distancia a Almaty no va a ser una excusa"

Xabi Alonso: "La distancia a Almaty no va a ser una excusa" / Perform

Alejandro Alcázar

Alejandro Alcázar

En el Real Madrid ha habido dos tipos de entrenadores desde que Florentino Pérez llegó a la presidente en el año 2000, los disciplinados tácticamente y los que encajan su táctica en los jugadores que tienen. De aquel Molowny que decía “señores, salgan y jueguen como saben” a un Mourinho más rotundo: “La forma de jugar de mis equipos es tremendamente desgastante”.

Éxito jerárquico

Xabi Alonso es el entrenador número 14 de Florentino Pérez, que ha alternado el banquillo con técnicos tácticos que fracasaron salvo el portugués, y técnicos jerárquicos, que han tenido mejor suerte con Del Bosque, Zidane y Ancelotti como modelos. Xabi fue jugador de Mourinho (dos temporadas en el Madrid) y también de Ancelotti (una en el Madrid y otra en el Bayern) y su método está en las fronteras marcadas por el uno y por el otro.

Los técnicos tácticos tienden a la meritocracia, a jugadores que encajan en su forma de plantear los partidos; los teóricos conciben una táctica en la que cada jugador exprese lo mejor de sí mismos. Sin embargo, la afición madridista estaba quemada viendo holgazanear a sus estrellas a las órdenes e ‘papá’ Ancelotti. La llegada de Xabi suponía un impulso a la cultura del esfuerzo.

Goleadas, Bellingham y Güler

Su arranque fue prometedor. Utilizaba a los jugadores en sus posiciones naturales. Prescindía de encajar a los buenos donde fuese, como hacía Ancelotti. Y no le ha ido mal. Sin embargo, ha fracasado en los dos partidos más comprometidos, el PSG (4-0) y el At. Madrid (5-2). El primero se le perdonó. Apenas llevaba un mes en el banquillo, pero el segundo ha encendido las alarmas en el Real Madrid.

Valverde y Bellingham, jerarquías en el vestuario del Madrid

Valverde y Bellingham, jerarquías en el vestuario del Madrid / Efe

Tomó decisiones que no encajaban con lo que venía haciendo. Impuso a Bellingham para pisarle la manguera a Güler. Cuando dio libertad al turco, el Madrid marcó dos goles levantando un 1-2 (asistencia a Mbappé y gol). Lo peor es que lo sentó y privó al Madrid de su creatividad. Urge que encuentre posición al inglés, o el equipo se le puede enquistar después de dar vuelo con éxito al otomano.

Valverde y Camavinga

Uno de los aciertos de Ancelotti fue poner a Valverde de lateral. Su exuberancia física es una garantía, porque defiende como el que mejor y corre la banda como galgo tras liebre. Pero el uruguayo le ha negado la mayor, y pliega a su jerarquía para poner un parche con Asencio de carrilero. El canario es un pulpo en un garaje en la ofensiva.

Pasito a pasito cede a la jerarquía y entierra la meritocracia. Por ejemplo, se olvidó de Ceballos en el derbi cuando el andaluz está respondiendo, tiene carácter, fútbol e ideas para un partido bravo. Pero puso a Camavinga, recién salido de una larga lesión. El francés tiene muchas y buenas condiciones, pero el utrerano es más diestro para dirigir una orquesta que no sonó en el Metropolitano.

Susurros de arriba

Gotita a gotita, Xabi va cediendo a las jerarquías que mandan en el vestuario. Concesiones que anulan esa idea de que llegaba para disciplinar a un vestuario en el que los egos aplastan los objetivos colectivos del equipo. Y si no, que se lo pregunten a Ancelotti, e incluso a Zidane, cuyos discursos dejaron de incentivar para acabar saliendo por la puerta de atrás.

Pero lo que más de uno se preguntan es si tiene carta blanca para mover las piezas a su gusto, o le llegan susurros desde arriba que le dicen “niño, deja ya de joder con la pelota” del genial Joan Manuel Serrat, advirtiéndole de que muchos son minas de oro que tienen que jugar para que salgan las cuentas.