El vestuario del Real Madrid, fracturado

Los jugadores están más preocupados en sus problemas, con los capitanes al frente, que por el rendimiento que ofrecen al equipo

Los que se niegan a otra rebaja salarial, los que no juegan, a los que han dejado irse y con un técnico cuyo discurso ya no cala

Zidane en un entrenamiento con el equipo

Zidane en un entrenamiento con el equipo / Efe

Alejandro Alcázar

Alejandro Alcázar

El vestuario del Real Madrid ha dejado de estar unido para fracturarse sin que entre los jugadores haya tensiones. Ocurre que cada cual está más preocupados por sus problemas personales que por los del equipo, cuyo rendimiento sigue cayendo pese a que intentan remar juntos. Pero no lo consiguen por distintos motivos y todos desembocan en que cada uno se está mirando el ombligo con un Zidane que ha perdido calado con su discurso.

Hay varios factores que provocan esa falta de unión. La negativa de una parte del vestuario a rebajarse el salario otro 10% con Sergio Ramos a la cabeza. Los cuatro capitanes han perdido influencia sobre sus compañeros y cada uno defiende lo propio. A todo esto se suman ciertas decisiones deportivas de Zidane que han deprimido a muchos jugadores. La mayoría suplentes a los que ha convertido en invisibles y con los que apenas se comunica. 

LOS OLVIDADOS DE ZIDANE

Odegaard y Jovic son la punta de iceberg de este grupo. Ni tuvieron continuidad ni palabras de aliento para comprender su situación. Zidane los ha ido aislando paulatinamente a los que no han dado el nivel. Vinicius está al frente de este grupo. Militao, Odriozola y Mariano pelean cada minuto que el francés les concede, pero sin la confianza que deberían sentir de su entrenador. A estos se suman los que se han dejado ir solos, como Hazard, Isco y Marcelo, muy lejos de su mejor versión.

Zidane dice en cada comparecencia que deben estar juntos, pero su discurso solo es recibido por los que juegan que, en algunos casos. empiezan a tener la cabeza fuera del Madrid. Cada cual vive su guerra particular ya sea deportiva o personal y eso provoca que el vestuario esté fracturado cuando se trata de unir fuerzas sobre el terreno de juego, algo a lo que el técnico francés se agarra porque no le queda otra.