FÚTBOL
El 'síndrome de Redondo' o la eterna búsqueda del Madrid de un cerebro creativo
La salida de Kroos, un interior reconvertido a pivote, agudiza un problema histórico en el club blanco, que ha probado todo tipo de soluciones para la base de la jugada, cuyo máximo exponente fue el argentino

Fernando Redondo, exmediocentro del Real Madrid, en un partido contra el Espanyol. / P. LARGO

El Real Madrid moderno exige la figura de un mediocentro creativo. Un pivote que ejerza de '5' desde la base de la jugada, donde se hizo fuerte Kroos tras pasar del mediocentro a la base de una jugada que, a diferencia de lo ocurrido en Barcelona, donde hace décadas existen conductores naturales, ha tenido ocupantes de todo corte y perfil. La salida de alemán dejó un hueco encaja en la búsqueda histórica que ha llevado el equipo blanco en diferentes épocas. Antes que Kroos fue Xabi Alonso, aunque con un corte defensivo. Previamente, Redondo marcó la pauta contemporánea.
Kroos, Modric y el viaje al centro del tablero
La figura del '5' es una de las que más análisis ha suscitado. Según el país, tiene una interpretación distinta. En Europa, tradicionalmente se había asociado con un jugador de corte defensivo en el centro del campo, pero con el paso fue dotándose de características de otros números, como el '6', que precisamente llevaba Redondo, o el '8', debido a la capacidad que se le exige para construir. Para aliviar en la tarea de la vigilancia defensiva a este tipo de perfiles se creó la figura del doble pivote, con un 'stopper' guardaespaldas.
Sin embargo, la obsesión por construir esquemas ofensivos ha descuidado en ocasiones el rol de ancla, fundamental para que el resto de piezas tengan sentido. En los pies de Kroos estaba el inicio de la jugada del Real Madrid que ganó la última Champions gracias a su visión de juego. Y por la ceguera de sustitutos ineficientes en estas funciones, como Tchouaméni o Bellingham, perdió cualquier opción de título grande el club blanco la pasada temporada. Para la que se iniciará en agosto, todavía no ha encontrado un recambio fundamental y duradero, a pesar de los intentos con Güler.
El turco es otro que, como Modric o Kroos, al que el Madrid le ha puesto una cuerda para no salirse del inicio del juego. Con rivales frente a los que los de Xabi Alonso se sintió superior, el mediapunta y hasta extremo supo leer a tiempo las necesidades blancas. Contra un PSG que atacó con una red de centrocampistas asociativos se vio superado sin el trabajo de coche escoba de Valverde, relegado al lateral por la lesión de Trent Alexander Arnold. El actual técnico blanco, que funcionó en su día como brújula, necesita su prolongación en el campo.
Redondo, el modelo a seguir en 2025
Redondo ejerció del 1995 al 2000 como la manija de un equipo que ganó dos Champions después de tres décadas de profunda sequía. Hubieran sido menos en caso de que las frustradas tentativas continentales estuviesen guiadas por un jugador como el argentino. Tenía todo lo que hoy exige Xabi Alonso para que su 5-3-2 con múltiples variantes funcione. Primero, tenía jerarquía, algo indispensable en un equipo del nivel del Real Madrid. Después, tenía empuje, gracias a su regate en corto que salía de una zurda privilegiada.
Y algo todavía más importante: era un jugador que primaba lo colectivo por encima de lo individual, un cambio de chip que deberá conseguir el técnico tolosarra en una plantilla acostumbrada a sacar las tareas gracias a chispazos. Aunque es cierto que a los mediocentros que dan sentido se les recuerda por acciones puntuales, que no son más que un titular de su trabajo. En el caso de Redondo, el taconazo para sacarse de encima a Berg y servir un gol a Raúl en Old Trafford, precedente de 'La Octava'.
Mismo valor que el pase telegrafiado de Kroos a Vinicius en mayo de 2024 que sirvió de prólogo a la Decimoquinta. Gestos de maestría que suponen mucho más que una asistencia o un gol, demuestran el control total sobre la acción y el juego. Redondo no necesitó acompañante, como si le hubiera gustado tener a Luis Milla, su predecesor en el cargo. El exazulgrana era también un jugador inteligente y táctico, aunque de un corte más similar al de Xabi Alonso. Le faltaba la potencia de Redondo que terminó por desarrollar Kroos, amenazante también desde lejos.

Luis Milla, en el Valencia; conversa con sus excompañeros en el Madrid Fernando Redondo y Fernando Hierra, antes de la final de Champions 1999/2000. / J.C. CÁRDENAS / EFE
De Miguel Muñoz a Schuster en la sala de máquinas
Otro de los que viajó desde Barcelona a Madrid para ejercer labores de mediocentro fue Bernd Schuster, "el mejor mediocampista que he visto en mi vida", llegó a decir de él Paco Gento. Era un gran pasador y organizador, pero su fuerte carácter le impidió encajar en las estructuras jerárquicas. Otro alemán, más de corte defensivo, puso orden en el centro del campo blanco desde finales de los 70 a mediados de los 80. Se trata de Uli Stielike, uno de los más sorprendidos por el agujero que dejado por Kroos.
La comprensión alemana del juego ha sido una constante en el Real Madrid, de ahí que una de las opciones que se barajó este verano fue Angelo Stiller, mediocentro del Stuttgart. Del mismo corte, aunque más joven y neerlandés, Kees Smit, volante del AZ Alkmaar, el conjunto que ha desnudado al juvenil blanco en las últimas ediciones de la Youth League. Son soluciones interesantes, pero que no completan las funciones de una posición que en la entidad blanca tiene vocación de capitanía.

Los jugadores del Real Madrid mantean a su entrenador, el alemán Bernd Schuster, durante los actos de celebración del título de Liga 2008 / Agencias
Por eso al frente de la sala de máquinas se pusieron hombres como Miguel Muñoz, cerebro de la transformación del Madrid en un equipo ganador en Europa. Lo mismo que hombres como Luis del Sol o Zárraga, a los que sucedería Pirri, actual presidente de honor del club, o Netzer, otro alemán en funciones de embajador de una filosofía de juego. Este el historial de una posición solo apta para los bienaventurados que con el tiempo se fue desdoblando en dos o hasta tres jugadores, como sucedió con la exitosa combinación de Kroos, Modric y Casemiro.
Como modelo de club vertical, al Madrid siempre le fueron mejor volantes ofensivos o mediapuntas que, de la forma de Guti o Isco, ponían a galopar a un equipo que ahora requiere pausa en el juego. Es la dependencia creada por Kroos y por defensas cada vez más cerradas. Al espacio, Xabi Alonso, o cualquiera que ocupe el banquillo blanco, sabe de sobra que tiene las de ganar. Pero ante zagas encerradas o conjuntos que basculan rápidamente, como el PSG, no basta con un Güler al que le sigue faltando madurez. De ahí el sueño imposible de Rodri, un Balón de Oro para curar el 'síndrome de Redondo' y similares que históricamente ha padecido el club blanco.
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