El Real Madrid se plantea pagar para que Bale se vaya

Bale, todo un problema para el madridismo

Bale, todo un problema para el madridismo / efe

Alejandro Alcázar

Alejandro Alcázar

Gareth Bale es un callejón sin salida para el Real Madrid. Le quedan dos años de contrato y ha dejado claro que no piensa renunciar a ellos porque “es feliz” en Madrid, según su agente Jonathan Barnett. Los que no son tan felices son los dirigentes madridistas que no ven la forma de deshacerse del gales, y se empiezan a plantear asumir parte del millonario sueldo que percibe para convencer a los pocos equipos que puedan estar interesados en su fichaje. 

El Real Madrid habría solicitado una reunión en los próximos días con el jugador y su agente para tratar su futuro, según Defensa Central. La situación del galés es insostenible. Zidane ha dejado de contar con él y ha pedido al club que lo traspase. Pero nadie lo quiere. Otro año en el primer equipo no aportaría nada bueno al grupo. Un jugador que empezará su novena temporada en Madrid y en el Real Madrid y que sigue sin dominar el español, sin integrarse en el vestuario y yendo por libre. 

VIVE COMO UN REY Y HACE LO QUE QUIERE 

El club blanco perdió la oportunidad de venderlo hace dos temporadas, cuando Mourinho lo tentó para irse al Manchester United. Florentino Pérez prefirió traspasar a Cristiano Ronaldo en lugar de subirle el sueldo, como pedía el portugués, con el dinero que se ahorraría con la salida del galés. Se equivocó. Después asumió su salida y empezó tasándolo en cien millones, bajó a 80, 60… hasta plantearse dejarlo salir gratis. El Madrid ha fracasado en los intentos de venderlo o que se vaya. 

Bale cobra 15 millones netos por temporada, el que más de la plantilla. Vive como un rey rodeado de lujos y hace lo que quiere. Incluso le dijo a Zidane que no lo convocase para jugar contra el Manchester City, un partido en el que los blancos se jugaban su clasificación en la Champions. Ahí es nada. Sus dos últimos años han dejado un rastro tan negativo que retrae el interés de los pocos interesados en su fichaje. Arrastra una imagen que provoca desconfianza y su fútbol ya depende de que no se lesione. Tiene 31 años y empieza a perder su mejor aval, la potencia física. La frustración es total con el galés, al que todos quieren perder de vista como sea.