La 'neymarización' de Vinicius Jr.

Vinicius Jr. podría haber elegido ser Ronaldo, que es carioca (o sea de Río de Janeiro) como él, o podría haber querido emular a Ronaldinho Gaucho, el crack de la eterna figura, o incluso Kaká, un ‘gentleman’ que también pasó por el Bernabéu... todos estos compatriotas fueron elegidos un día el mejor del planeta, son campeones del mundo y recordados por sus elásticos, arrancadas, driblings y goles.

 Por una cuestión generacional y por compartir vestuario en la Seleçao, Vini ha cogido otro camino y se ha convertido en el ‘Neymar merengue’ y no porque su fichaje se enmarque en la obsesión casi enfermiza de Florentino de buscar un clon al ahora ‘10’ del PSG, que rechazó cada uno de las ofertas que le presentó.

Su ‘neymarización’ se traduce en un ‘yo contra todo y contra todos’. En utilizar la gasolina de la provocación como combustible de motivación indistintamente que sea un clásico o un partido ordinario, lo que genera una retroalimentación de mal rollo, de provocación, de tensión.

Y Vinicius no puede abrazarse a la coartada de las entradas que recibe. Si alguien quiere saber lo que es la violencia premeditada, solo hay que ver algún vídeo en YouTube de la Copa Libertadores de antaño o las salvajadas de Pepe, Sergio Ramos, Arbeloa y Xabi Alonso con Leo Messi y los creativos del Barça de Pep Guardiola. Aquello sí que era odio puro.

Ancelotti: "A Vinicius tenemos que protegerlo"

Neymar va a retirarse sin haber ganado un Mundial ni haber sido el mejor del mundo, creyendo que hay un complot contra su persona, sin darse cuenta de que lo que desea el público de a pie es aplaudir y disfrutar de los cracks. Tendría que preguntarse por qué él está en todo los fregados dentro del terreno de juego y, en cambio, los otros extraclase brasileños nunca tuvieron semejantes problemas.

Ney tenía una parte del vestuario en contra en el Barça por los shows innecesarios que montaba. En su país, ha ejercido y ejerce una influencia muy negativa en los jóvenes internacionales, que ven como natural ese modus operandi de vivir en la provocación constante, cuando no forma parte de la esencia del fútbol brasileño.

Vini es joven (tiene 22 años) y está muy bien asesorado por sus agentes y un equipo profesional a su alrededor que hace grandes operaciones y nada tiene que ver con el extraño entorno de Neymar y su padre. El extremo carioca, que cuenta con las simpatías de la ‘torcida’, tiene el tiempo a fu favor y la posibilidad de rectificar, de ‘desneymarizarse’ y de tener dentro del campo una identidad propia. Es un cambio que depende solo de él.