La misma 'peli' de siempre

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El Real Madrid acabó el trabajo que empezó en el Bernabéu. No le hizo falta esforzarse demasiado porque el PSG demostró que debe ingerir muchas sopas para codearse con los grandes. O cambiar de campeonato doméstico, ese en el que sonríen eternamente, pero que, a la hora de la verdad, no les prueba como sí lo hace Europa. Adiós, PSG, adiós. 

El partido arrancó con dos balones largos y con mucha niebla. No habían bajado las nubes a ver la "final anticipada" con la que definió Ramos el partido. Fue el humo de las bengalas invadiendo el césped. El dinero es capaz de recuperar imágenes de otros tiempos. Incluso en Europa. Incluso mandando la UEFA. 

Ahumados, ambos equipos saltaron borrosos, sin unir tres pases, uno detrás del otro, con coherencia. Balones largos, controles defectuosos, pases que llegan a la persona equivocada. La imprecisión hecha partido. Solo un centro defectuoso convertido en chut que Areola detuvo en la línea y otro de Benzema. El PSG apuntaba más de lo que creaba; el Real Madrid, como siempre.

Tanto que, tras un fuera de juego clamoroso de Benzema, hubo córner. A su salida, Ramos probó a Areola y Varane casi aprovecha el rechace. La ocasión más clara, de los centrales. La defensa lo hacía todo: frenaba a Cavani, Di María y compañía y se sumaba al ataque. Mientras, Cristiano tiraba coces a Dani Alves sin que mediara intervención arbitral. Un día más en la oficina.

De hecho, Brych solo señalaba faltas a favor de los blancos. Hasta que Mbappé le demostró que también era posible hacerlo para los parisinos. Y cerca del área. Di María rozó la barrera y el balón acabó en la esquina. El equipo de Emery no encontraba el camino para convertir en amenaza real la amenaza proyectada en medios y afición. El fútbol se juega en un rectángulo. 

en la mochila, solo ilusion

Solo algún apunte de Mbappé y la motivación de Di María obligaba al Madrid a sudar la camiseta. Poco más. Insuficiente ante la aventura iniciada por el PSG en el Bernabéu, tras el 3-1, tras tener a su rival acorralado. En la mochila solo había ilusión y mucho bla, bla, bla. Con eso te paseas por los aledaños del Louvre, pero no echas a los blancos de Europa. Benzema estuvo a punto de ponerle el lacito a la eliminatoria en un mano a mano que salvó Areola. Las ocasiones caían del lado equivocado y lo hacían sin que los de Zidane se sintieran exigidos. Solo notaron algo de vértigo en los últimos minutos del primer tiempo, cuando se acercó Mbappé a Keylor Navas y le probó un par de veces, aunque demasiado abierto para sorprender al costarricense. 

La fiesta, nada más arrancar el segundo tiempo, estaba en la grada, con decenas de bengalas ahumando el ambiente. El árbitro, por vergüenza profesional, obligó a parar por unos instantes el partido, del que se habían jugado tres minutos, para frenar el frenesí. El humo, sin embargo, volvió a invadir el césped. Mientras, Benzema lo probó de cabeza. Otra vez la mejor ocasión era blanca, pese a que el balón merodeaba más el área de Navas que la de Areola. La película que repiten cada sábado por la tarde. Con el mismo final. Asensio se la pone a Vázquez, Vázquez a la cabeza de Cristiano Ronaldo y gol. La luz de las bengalas ya no brillaba igual.

emery, hundido en la miseria

El PSG devolvió el zapato de cristal y se dispuso a barrer la casa. Hubo tímidas quejas por ello, con alguna carrera de Di María que inquietó a Navas. Ruido imperceptible. El Madrid jugó la segunda mitad más cómoda de su historia en la Champions League ante un rival que acabó aceptado su papel de Cenicienta. La Cenicienta de los ricos, pero Cenicienta al fin y al cabo. Pero incluso las Cenicientas tienen dignidad y Cavani, de rebote, hizo el empate. Quedaban veinte minutos y, por un instante, creyó que acabaría ligando con el guapo. Lo que no sabía es que el guapo era Ceniciento y se llamaba Emery.

Después de imaginarse lo que sería jugar unos cuartos de final, llegó Casemiro y les puso a dormir. Luego Emery puso a dormir a Mbappé, al que cambió por Lass Diarra, la solución a todos sus males. Bonne nuit, mon cheri.