La lucha de Ceballos contra sus propios demonios

Dani Ceballos lucha contra sus propios demonios. Su fútbol ‘picassiano’ nunca caló en las necesidades de los entrenadores del Real Madrid desde que llegó el 14 de julio de 2017 procedente del Real Betis. Ocho años después, vive su mejor momento de blanco al entender lo que Ancelotti necesita de él para ir adelantando posiciones y ser fijo en los equipos del italiano alternándose con otros compañeros de la medular.

En su mejor momento

Cuando mejor le van las cosas, una lesión vuelve a cruzarse en su camino y puede dejarle fuera un mes si se confirma una lesión en el bíceps femoral de la pierna derecha. El utrerano tuvo que abandonar el terreno de juego a los 92 minutos del partido ante la Real Sociedad, tras un mal gesto en un balón disputado con Kubo. Quedó tendido y cuando se levantó los médicos se lo llevaron con gestos de dolor y sin apenas poder apoyar la pierna derecha.

Su baja es un serio inconveniente para el equipo, que había encontrado en Ceballos el jugador útil que da salida al balón en la medular y que tanto necesitaba Ancelotti tras la marcha de Toni Kroos. Ese pegamento entre la defensa y el ataque que asegura la posesión y que defensivamente entiende su misión. Un perfil que al sevillano le ha costado asimilar, más propenso a jugar un fútbol malabar e individualista que ponía en riesgo la máxima de asegurar la posesión en el centro del campo.

Lesión con la Olímpica

Ceballos ha sufrido lesiones en momentos inoportunos que han frenado las opciones de hacerse un sitio en el equipo madridista. En especial cuando fue parte de la selección que fue subcampeón en las Olimpiadas de Tokio en 2021 (2-1 ganó Brasil). Ceballos se lesionó en el primer partido ante Egipto, al sufrir una rotura completa del ligamento peroneo-astragalino y peroneo calcáneo de su pierna derecha.

El andaluz llevaba dos años cedido en el Arsenal y el Real Madrid ya había decidido recuperarlo, pero la lesión frustró su regreso al perderse los 25 primeros partidos de la temporada y con ello el tren de la titularidad. Desde entonces, ha vivido en una montaña rusa, sin continuidad y cuando empezaba a tenerla aparecía lesiones musculares que no le dejaron asomar la cabeza. Ahora, le ha vuelto a pasar cuando más le necesita su equipo tras entrar en el círculo de oro de los elegidos de Ancelotti.